Pedro Ramon Perez
Alexander Pumpianski, director de la revista soviética Tiempos Nuevos, lo expresa muy claramente: “Sin la perestroika en laURSS, en realidad nada hubiera ocurrido en los países satélites. El máximo de lo posible: un proceso lento, subterráneo y profundamente oculto a la mirada vigilante de Moscú. Ellos intentaron: el 53, enBerlín; el 56, en Hungría; el 68, en Checoslovaquia; e, indefectiblemente, los carros de combate soviéticos entraron, por decirlo así, en la discusión, privándolos por mucho tiempo de la fe en laposibilidad de los cambios. Después de Moscú[…]apareció Mijaíl Gorbachev, un dirigente que ha tratado de insuflar vida en el reino del inmovilismo. Comenzó a hablar de democracia, de una forma decididay radical […]de la libertad de opción de los países y pueblos […](y) se rompió la compuerta. Con la piel, con una especie de sexto sentido, la gente comprendió que los carros de combate soviéticosestaban cansados […](y) ahora desde Moscú se ven solo las espaldas de nuestros hermanos euro-orientales en su carrera hacia Occidente”.
Esta carrera hacia la occidentalización a que alude Pumpianskisolo producirse después de que la dirigencia reformista de la URSS asegurase claramente que, en su nueva relación con los países fraternales del entorno socialista, no pretendería imponer su criteriode modelo sociedad, de organización política o de sistema económico.
La nueva elite en la dirección de la URSS no solo ceso en su esfuerzo de evitar los cambios, sino que los propicio. A cada...
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