Peich

Páginas: 280 (69959 palabras) Publicado: 13 de marzo de 2013
Stella Cameron

[pic]


FENTON-MCGRATH, 1


ENEMIGOS ENAMORADOS




ÍNDICE

Uno 3
Dos 11
Tres 21
Cuatro 32
Cinco 40
Seis 47
Siete 52
Ocho 64
Nueve 78
Diez 84
Once 93
Doce 105
Trece 114
Catorce 127
Quince 133
Dieciséis 146
Diecisiete 153

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 162[pic]

Uno

Jamás la encontraría allí, ¡jamás! Pero Mark sabía que tenía que intentarlo. Con gesto inflexible, cruzó las puertas de hierro forjado del parque para adentrarse en la confusión propia del Seattle Center en cualquier tarde de sábado. Era un parque enorme y estaba atestado de visitantes. ¿Y se suponía que tenía que encontrar a Laura en aquella multitud? ¿A una mujer ala que no había visto desde hacía seis años?
En primer lugar, debía localizar a un grupo de payasos. Sabía que estaría actuando con ellos. Pero cuando su búsqueda terminara, ¿entonces qué?
Se pasó la mano por el pelo, un pelo rubio con mechones aclarados por el sol, y miró a su alrededor. No sabía por qué, pero después de hablar con el casero de Laura se había hecho a la idea de queaquel era un parque pequeño.
—Oh, se refiere a Buffo, la que trabaja de payaso —le había dicho el casero—. Está actuando en Seattle Center con su grupo. No podían desaprovechar un tiempo como éste. Ha salido esta mañana como una flecha.
Y allí se encontraba Mark, en un parque en el que había espacio suficiente para todos los habitantes de Seattle. Seattle Center era un espacioso parque en elque podían encontrarse cines, teatros, restaurantes y tiendas, esparcidos a lo largo de unos cuidados jardines. Y a dondequiera que mirara, veía gente paseando, riendo, completamente ajena a su nimio problema. Un problema en absoluto pequeño para Mark. Lo que ocurriera cuando encontrara a Laura Fenton marcaría, lo que iba a ser el resto de su vida.
Intentaba no parecer demasiado sombrío nimostrarse rudo mientras se abría paso entre la multitud. Aquellas personas querían disfrutar de uno de los últimos días del verano, se recordaba, aunque fueran una auténtica molestia para él. Le bloqueaban la vista y se interponían constantemente en su camino. Se agrupaban para contemplar una actuación, se separaban y se dirigían en masa hacia cualquier otra parte. Y Mark tenía que averiguar lo queestaban viendo, porque podrían ser los payasos que él estaba buscando los que los mantenían embelesados. De modo que se abría camino entre la gente una y otra vez, intentando mostrarse educado y musitando disculpas, sólo para encontrarse frente a unos bailarines de break-dance, la actuación de un mago o cualquier otro espectáculo que en realidad no estaba buscando.
Si al menos no fuera tantolo que dependía de aquel encuentro…
Miró a su alrededor exasperado. ¿De dónde habría salido toda aquella gente? Nunca había considerado Seattle como una gran ciudad. Y se suponía que tampoco tenía que hacer tanto calor. Siempre había oído decir que Seattle era una ciudad húmeda y fría.
Un fugaz recuerdo de Laura, con las piernas cruzadas, sentada sobre una manta de picnic distrajo suatención. Estaban en el jardín de la lujosa mansión victoriana de su tío, situada en Pacific Heights, la zona residencial de San Francisco en la que ambos habían crecido. Mark, que estaba a punto de licenciarse en derecho, había estado intentando ayudarla a preparar los exámenes de su último año de instituto. Laura se había dejado caer sobre la manta, riendo a carcajadas, cuando la había amenazadocon las calamitosas consecuencias que tendría no conseguir el título y Mark no había podido evitar echarse a reír. La risa libre y despreocupada de Laura, hacía inútil su intención de ofrecerse como una firme guía en sus estudios. Con Laura, Mark sentía a menudo una libertad y una espontaneidad de las que carecía el resto de su vida.
Dejó escapar un amargo suspiro. En aquella época, Mark...
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