Penal Nvo 2
Antonio SÁNCHEZ GALINDO
Vivimos en un mundo de imposición globalizadora. De necesaria hibridación: se nos incorpora el pasado y el futuro en un presente que se nos
escurre de entre las manos. En cierta medida en la teoría de la aldea global
que siempre ha sido ficticia. Los nacionalismos están amenazados y sin
embargo se mueven. En un mundo deestas dimensiones de turbulencia,
asoma el rostro crapuloso de un caos en medio de esfuerzos armonizadores.
Las ciencias penales, si así se les pueden llamar por comodidad, no pueden
escapara a este Tsunami que, en su confusión, su expresión, su medio de
comunicación, es el doble o el triple lenguaje: esquizofrenia tal vez incurable a no ser que se mire con un razonamiento kantiano en el quetodo
pudiera caber.
La culminación del derecho penal la ejecución penal: que se aplica al
hombre directamente en carne viva, el que no puede evitar que el mismo
hombre o mujer sufran las consecuencias más que del delito de un control social, como dijimos de doble o triple lenguaje. Por una parte los derechos humanos en la literatura jurídico penal, por otra el de la realidad
que, como se hadicho aquí en forma reiterada, sólo se ha traducido en
dureza, retribucionismo, castigo y venganza soslayada.
El “Big Brother” de 1984 de Orwell se ha disfrazado, por lo menos en
nuestro medio, de “Little Lovely Brother”. Así las cosas se complican y la
que sufre, además del hombre y la mujer que sienten la ejecución penal sobre sus cuerpos, mente y almas. Es la literatura jurídica que siempreestá
conculcada; ¡violada! Y violada por la propia autoridad. En el futbol de
los dos partidos —el del principio de legalidad humanitario y el poder
irracional— éste va ganando a la fecha: violación a los derechos humanos, las garantías individuales consagradas en la Constitución (que, por
cierto un curioso, antiguo y legendario comisionado para las fiestas del
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centenario de la revolución y el bicentenario de la independencia, ya
anunció que quiere acabar con ella) lo que significa la irracionalidad absoluta
y de ahí el endurecimiento penal, la transformación de toda la ejecución
penal en algo deshumanizado, la penalización de la juventud que delinque el arraigo domiciliario, y la búsqueda de soluciones en el derecho de
naciones que nunca hansido humanitarias y sí violadoras de los derechos
de la humanidad. No digo nombres porque no quiero ensuciar la plática.
Podemos decir tratando de dividir el tiempo de la ejecución penal que
este se encuentra escindido en dos grandes épocas: la fácil y deshumanizada y la difícil, pero humanizada. El imperio de aquella continúa y la tímida intervención de ésta sólo se ha asomado en brevesinstantes.
Constancio Bernaldo de Quirós, desde mediados del siglo XX, argumentaba que, en la antigüedad, la ejecución penal no ofrecía problemas
de ninguna especie: la pena era, casi inevitablemente, la de muerte. Y para
ejecutarla no había más que contar con el verdugo. Habría de pasar mucho
tiempo —que del derecho penal, con frecuencia, es lento— para que sugieran las complicaciones. Éstasbrotaron en el momento en que el humanismo cobró vigencia y la prisión sustituyó, como pena, a la de muerte. Aquí, ya no sólo se requería de la capacitación del verdugo —que,
con frecuencia, sólo exigía primero, de su decisión, su falta de sensibilidad humanitaria, su odio contenido y concentrado y un puño firme para
clavar, flexionar el arco, utilizar con destreza el hacha, el puñal o la espada. O,como más tarde sucedió: poseer la habilidad para manejar aparatos
como la horca, la guillotina, el garrote vil y las armas de fuego. O, también, como acontece hasta nuestros días en algunos países del primer
mundo en economía, pero del tercer, en la aplicación de los derechos humanos, con la silla eléctrica, la cámara de gas y la inyección letal.
La pena de prisión beccariana irrumpió con una...
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