pensamiento arquitectonico en el debate cultural contemporaneo
El debate sobre la arquitectura contemporánea ha dejado de ser hoy un debate
autorreferencial. Si en las últimas décadas la discusión había quedado limitada al círculo de tiza de la discusión posmoderna – atenta principalmente a determinados experimentos formales y estéticos –, a partir de los ’90 los problemas son otros y la arquitectura hace suyos una serie de nuevos contextos políticos, sociales y culturales, próximos a los grandes cambios que definen y caracterizan nuestra época. Estos cambios son pensados desde una dimensión globalizada que, por una parte, ha permitido superar ciertos esquemas interpretativos y críticos, y, por otra, ha forzado a la arquitectura a plantearse nuevos problemas, más próximos a las condiciones derivadas
de los cambios culturales del habitar humano.
El mapa que resulta de este cambio de posición es sorprendente. La arquitectura
ha pasado a ser en estos momentos uno de los laboratorios de análisis y discusión más
activos con relación al debate contemporáneo sobre los grandes cambios civilizatorios que la humanidad está en proceso de realizar. Esta relación con la época atraviesa hoy
en día dos frentes complementarios de cuestiones que en su articulación posibilitan un
nuevo discurso y unas nuevas propuestas.
El primero de ellos tiene que ver con la emergencia de nuevos problemas,
derivados principalmente del crecimiento de la población mundial y de su distribución urbana. Hemos asistido a lo largo del siglo XX a un cambio cualitativo de incalculables
consecuencias. De los 1300 millones de habitantes de comienzos de siglo, se ha pasado a 5500 a finales del XX. De esta población, en 1900 sólo el 10% vivía en ciudades; en
el 2000, la población urbana superaba el 50%, indicando esta tendencia un proceso irreversible que no es necesario comentar aquí, pero que anuncia una transformación
radical del mapa urbano heredado del siglo XX. Sin entrar en más análisis, el factor
demográfico ha sido uno de los agentes más importantes de la transformación del
mundo contemporáneo. Una lectura detenida de los análisis de Paul Kennedy o del
Global Urban Observatory nos permitiría situar este problema como la matriz más dinámica respecto a otros numerosos problemas que recorren por igual aspectos que
tienen que ver con los flujos migratorios, la aparición de las nuevas grandes
concentraciones urbanas, la depauperización de los sistemas de vida, la crisis de las
identidades culturales. Bastaría recordar cómo de las 33 megapolis anunciadas para el 2015, 27 estarán situadas en los países menos desarrollados y de las cuales 19 estarán en
Asia.
Este mapa humano, frente al que es difícil ser neutral, ha planteado nuevos y
acuciantes interrogantes que la arquitectura contemporánea ha hecho suyos. En primer
lugar, la ciudad ha pasado a ser uno de los problemas centrales de la discusión, convirtiéndolo en el espacio que mejor articula todas las variantes culturales, sociales,
antropológicas con las que la arquitectura dialoga. En él convergen procesos
complementarios que deciden la urgencia de un repensamiento.
Por una parte, en un proceso de desterritorialización progresiva de lo político, la
ciudad pasa a ser el lugar más real políticamente hablando. La abstracción creciente que afecta a los sistemas de representación política, inscritos en la tendencia a una cada día
más fuerte globalización, la defensa de lo local como espacio y marco de identificación
básica adquiere una dimensión nueva que puede concretarse en todas aquellas dimensiones que definen social y culturalmente el proyecto de una sociedad ...
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