Pensamiento
JUAN JOSÉ R. ROSADO
Marzo declinaba y abril florecía cuando, hace dos siglos, KANT firmaba y ponía punto final a la obra que iba a constituir el cénit del pensamiento moderno y abrir la puerta de un nuevo modo de filosofar. Si a principios de nuestro siglo resonó el grito de «volver a KANT», la verdad es que el eco de ese grito todavía lo oímos, y lo necesitamosoir, más que nunca hoy, sobre el galope tendido de doscientos años. Si en abril de 1787 KANT habló de «revolución copernicana» no hacía más que confesar lo que ya intuyó seis años antes, cuando otro marzo declinaba y otro abril florecía. Pero la primavera es, como la filosofía, fiesta de amor. KANT parece más bien la encarnación del des-amor, por su crítica de la Metafísica, ¿por qué recordar aKANT?... Mas dejémonos de paradojas poéticas, para confesar, sin más, que, como se ha dicho, «el kantismo es un humanismo». Gran verdad: el kantismo es un humanismo, como ha dicho el Profesor LLANO. LO es no sólo porque el hombre sea el centro del sistema filosófico desde la revolución copernicana, sino porque las preguntas claves del filosofar se resumen en la pregunta por nuestro propio ser.Supuesto que el hombre es un animal capaz de conocimientos metafísicos, vamos a preguntarnos hoy tres cosas: 1) 2) 3) ¿qué es conocer? ¿qué es lo que conocemos? ¿quién es ese que conoce, o sea, ese desconocido?
Ante estas inevitables preguntas, la interrogación filosófica «¿para qué?» cobra un sentido relevante y obtiene una respuesta obvia: la 133
JUAN JOSÉ R. ROSADO
filosofía es un sabertranscendental —y aquí transcendental no tiene nada de idealismo— que tiene que habérselas con la realidad que somos, con la realidad con la que somos y con la realidad que nos hace ser. Si no fuera por su sentido transcendental la filosofía no tendría lugar en el mundo. Pero también sería verdad que quien no tendría lugar en el mundo sería el hombre, o lo que es igual, el hombre estaría de más,desarraigado; el cosmos no sería para él un lugar habitable. Me atrevería a decir que, sin filosofía, el hombre —perdida su orientación en el mundo— no habría ni siquiera empezado a descifrar ese enigma que es, seguiría siendo para sí mismo un extraño, una especie de náufrago en la nada. Por esto la pregunta inevitable que ya se hacía San Agustín, «¿qué soy yo, Dios mío?», supone para responderla unanecesaria aventura filosófica. Pero olvidemos el orden de las preguntas antes formuladas y empecemos por averiguar quién es el que conoce, o sea, ese desconocido. El primer parto filosófico de Occidente, después de la era cristiana, acontece en la actual ciudad de Suk-Aras, antes Tagaste; el segundo, en Aquinas. El Obispo de Hipona realiza el mayor canto del hombre como imagen de Dios. Constituyesu obra clave: De Trinitate. El filósofo africano vislumbra al hombre como imagen de la Trinidad. «Y por ser de amor el lance dio un ciego y oscuro salto; voló tan alto, tan alto, que le dio a la caza alcance». «¿Qué soy yo, Dios mío?». Se pregunta Agustín. ¿Qué vas a ser, aparte del barro de tus alas, sino imagen trinitaria? Igual que Dios es trisustancial, según la más exacta terminología griega,o tripersonal, según la romana, el hombre es, esencial y naturalmente, trinidad. De Trinitate, libro IX, demuestra la existencia en el hombre de tres realidades iguales entre sí y de una misma esencia; una cierta trinidad humana a imagen de Dios, que existe en el alma: la mente, su noticia y el amor con que se ama a sí misma y a su noticia. La 134
ESTRUCTURA
DEL
CONOCIMIENTO
imagende la trinidad en la mente que se conoce y ama supone el conocimiento del alma por el alma. Pues ¿cómo podría amarse si no se conoce? o ¿cómo podría la mente conocer otra mente si se ignorase a sí misma? No le acontece como al ojo del cuerpo que ve los ojos de los demás pero no puede verse a sí mismo. El alma se conoce a sí misma por sí misma porque es inmaterial. «Mens, amor et notitia», tres...
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