Pepe
Estaba sola, a sus tiernos 17 años ya era madre de un niño pequeño y
llevaba otro en el vientre.
Había perdido a su madre, no sabía oficio alguno, y ¿quién la iba a emplear con un niño pequeño y otro en el vientre?
Qué difícil es conseguir el pan cuando se es joven y desamparada.
Su niño le pedía comida y ella se desgarraba en su dolor.
Aquella tarde con sugran barriga fue a la iglesia, la enorme panza le hizo difícil hincarse pero una vez de rodillas, lloró con profunda tristeza, luego miró el cristo crucificado y le dijo (pensando en el
hambre de su niño, y en su propia hambre):
Padre, yo no quisiera, pero en cuanto este niño nazca ya decidí
lo que haré, mientras tanto pediré limosna si es necesario.
Y en verdad, hubo días que no tuvo quehacer, otros en cambio lavaba
ropa ajena, limpiaba los vidrios de los carros, cualquier cosa y cuando
su niña nació, una esquina oscura fue el testigo fiel de una más que se
dedicó al más antiguo de los oficios.
Al principio fue difícil, pero sus hijos necesitaban muchas cosas.
Y así, con mucha humildad pero mucho amor, les dio siempre lo necesario, aún a costa de su propio sacrificio.Los años pasaron y cuando sus hijos crecieron, ella orgullosa de verlos ya casi profesionales, pensó en que había llegado el tiempo de descansar.
Aún era joven, pero la vida que llevaba la había envejecido, y estaba enferma de tanto sufrir. **Pero un día, una mala lengua, de esas que no sienten vergüenza de clavar en los demás el dolor de sus
puñales malintencionados, le contó un día a lajoven el pasado de su
madre.
Esa noche, cuando volvía cansada a casa, y las gruesas gotas de una tormenta caían en los techos de las casitas del barrio, la primera mirada que encontró al entrar fue la de su hija, quien al verla le dijo:
Vete no quiero verte, hoy supe que eres una prostituta, vete
porque no eres digna del amor de tus hijos, me das asco!
Ella no supo que responder, sabíaque un día lo sabrían, siempre lo temió y siempre pensó que la reacción de ellos no sería agradable.
Pero darles asco, eso no, esa palabra fue un puñal que certero se clavó en su
alma, y corrió, corrió bajo la lluvia que parecía compartir con ella su dolor derramando en su rostro, un copioso llanto.
Cuando empezó a amanecer, ella lloraba aún sentada en la cuneta, varias cuadras lejos de sucasa.
De pronto, una cálida sábana le cubrió la espalda y al volver, vio al mayor de sus hijos:
Madre, toda la noche te he buscado, ven, volvamos a casa.
No -le dijo-, tu hermana me desprecia, no sé si tú ya lo sepas.
¿Saber qué? Yo sólo sé que te quiero mucho, nada que venga de ti me avergüenza.
Tú no eres más que una mujer valiente que se enfrentó a la vida como pudo para dar decomer a sus hijos.
Esa mañana los hermanos pelearon como nunca, ante la angustiada mirada
de su madre:
Que se vaya! ¿No ves que es una cualquiera?, ¿no te da pena su oficio?
A mí me da vergüenza que mis amigos sepan lo que ella es, y
ya poco me falta para ser una profesional.
Pues vete con tus amigos que yo me quedaré a cuidarla.
Yo no me he olvidado de las veces que se sacó el pan dela boca para dárnoslo y de las noches que veló junto a nuestra cama cuando estábamos enfermos.
Tú y yo no tuvimos padre porque nos abandonó, pero en cambio tuvimos
una madre que todo nos lo dio, ¿o es que alguna vez te faltó algo? Yo
sólo sé, que lo que soy se lo debo a ella.
Si tú la desprecias, pues vete que yo la amaré por los dos.
Y así fue.
Los días y las noches de un largoaño pasaron, y aquella muchacha que con ímpetu de conquistador salió de su casa segura de sí misma, nunca se
graduó, pero en cambio encontró el amor.
El amor traidor de un hombre que después de burlarse de ella aprovechándose de su inexperiencia, la abandonó, -como un día otro cobarde abandonara a su madre- dejándola con un hijo en el vientre, sola como aquella a la que tan duramente había...
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