Perdido en primavera
Esperaba anciosamente que después de haberme hecho seguir, reapareciera Jorge para tratar de encontrar una respuesta lógica a la desparición de Ignacio. Había viajado unas tres horas y me encontraba sentado en una vieja banca de madera recubierta con un despeluzado cuero de vaca raido por los años. La casa tenía cierto aire de misterio, era una de esas casasantiguas, construida seguramente por los tiempos en que el libertador cabalgaba por aquellas tierras boyacenses llevando al anca sus sueños de libertad. Sus paredes eran anchas de adobe, las tejas en forma desordenada habian perdido su color rojizo y dejaban que la lluvia se filtrara en tiempos de imvierno, por lo que aquella vivienda adquiría un aspecto de ruina y aparentaba pobreza; era en forma de L,sostenída con coloumnas de madera, que tenían como base unos desportillados ladrillos, acuñados por piedras que amenazaban con desequilibrar la estructura. Los demás muebles eran igualmente viejos y quebradizos, de madera, sin un color definido y con bordes rudos y desastillados. Como no queriendo hacerlo mire de reojo los alrededores y pude apreciar que la casa como las demás del pueblo deSáchica en Boyacá, tenía un enorme solar sin cultivar, muestra de que había estado desabitada en los anteriores meses del año.
Aquellas tierras amarillas y con escasa vegetación, muestran la depredadora mano del hombre acrecentando la eroción y disminuyendo los algibes y fuentes de agua. Las ovejas deambulaban por las calles del polvoriento y vacio pueblo y el silencio se interrumpía por losladridos de los perros que se apresuraban a correr cuando alguien pasaba por su lado. Aquel era un ambiente de soledad y tristeza, con olor de boñiga y tierra arcillosa que se levantaba con la agitación del viento. Ya el reloj de la iglesia había anunciado las dos de la tarde.
Jorge me esperaba, pues habiamos hablado la noche anterior para concertar la cita.
Había sido sacerdote en algunos barriosdel Sur- oriente de Bogotá, pero abandonó los oficios religiosos y tenía ahora varios niños con su compañera y trabajaba como profesor en
el Colegio de Villa de Leiva. Conocimos de él por Carlos Camelo, su amigo, odontólogo de Mercedes y Clara quien nos puso en contacto para averiguar por Ignacio, pues según sus versiones poseía la facultad de hipnotizar a una persona y luego mediante eldesdoblamiento tratar de encontrar lo que se le pidiese.
La semana anterior Mercedes, lo había buscado allí en Sachica y en un esfuerzo por ayudarnos hipnotizó a su esposa, pero por problemas de salud fue imposible conseguir alguna respuesta. Contrario a lo que buscabamos, Mercedes presenció una escena angustiosa, pues se mezclaba la anciedad de conocer algo sobre nuestro padre, con lascontorciones y mujidos que producia el cuerpo somniliento de la mujer que parecía no poder regresar a su estado normal. Mercedes volvió a Bogotá sin ninguna noticia, y por ello yo programe el siguiente encuentro.
Su condición de exsacerdote y la buna voluntad que mostraba por ayudarnos a aclarar aquella infortunada situación, nos permitía confiar en las gestiones que ejecutaría. De contextura mediana,Jorge tenía una voz pausada con la amabilidad y descencia que dejó su paso por el seminario y la vida religiosa. Seguimos al estudio que era una pieza con piso enladrillado, una mesa vieja y tres sillas de madera y cuero, compañeras de la banca donde me había sentado en el corredor. Me ubique frente al Hombre de unos 50 años de edad, quien cerró la crujiente puerta de dos hojas y se adelantó adecirme que no podía realizar la seción de hipnosis con su esposa, porque el trasteo la había dejado muy cansada y se corriá el riesgo de no poderla regresar. Sin entender mucho sobre el comentario, me ofrecí para que hiciera conmigo tal acto, pero me advirtió sobre la necesidad de una preparación especial. Sin ebargo más que la preparación, Jorge presentía que Ignacio estaba muerto, su cuerpo...
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