Perdón Por E Fuego

PERDON POR EL FUEGO
Si hubiese sabido de antemano que dos poetas me acribillarían siete años, dos meses y cuatro días después de leer Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), de HoracioQuiroga (1878-1937), acaso no hubiese ingerido la pócima de La Vuelta de la Anaconda en dosis tan abundantes.
Pero vayamos de a poco.
Dicho libro lo hallé en una biblioteca relegada de la oficina dondeme habían contratado. Yo tenía dieciséis años y el objetivo era ir pagándome con anticipación las cuotas del viaje de egresados a Bariloche, y por las tardes, me ocuparía de cursar la escuelasecundaria. Así que secuestré aquel libro y lo cargué conmigo.
Al principio el conflicto por devolver el libro extraído me impulsó a concentrarme lo suficiente para repasarlo y sacármelo de encima, por esolo cargaba junto a mis útiles de escuela y lo ojeaba a menudo. Entonces, huérfano de una advertencia, me aboqué a leerlo día a día y hasta repasé antes de terminarlo, recuerdo, algún capítulo enparticular por segunda vez.
Todo eso devino en una relación misteriosa y algo particular entre aquellas páginas inquietantes y éste cautivo.
Una vez inmerso en las historias se volvía una hazañaregresar a la mochila ese libro de aventuras en la selva misionera; me sentía el principal responsable al interrumpir la lectura, y hasta podía oír el rumor de las voces provenientes de la mochilaaguardándome impacientes a un lado del pupitre. Cuando concluía cada hora de clase, en lugar de salir al recreo, retomaba el hilo del relato e iba sumergiéndome página tras página, hasta el día que concluí conel último cuento.
La impresión que había quedado en mí era que nunca aparecería otra obra que me demandara tanta atención como Cuentos de amor, de locura y de muerte, esto lo atribuyo quizás, a laescasa experiencia literaria, pero al cabo de unos meses, eso no sucedió.
Milton Torrelli, un referente y amigo uruguayo, me incitó a que lea a su coterráneo Mario Benedetti, y así volví a caer...