Perfect chemistry
—Ahora mismo bajo —respondo alzando la voz, espe- rando que el lápiz de ojos me dé tregua y puedaacabar por fin.
Tras conseguirlo, lanzo el lápiz de ojos al armario y compruebo mi aspecto en el espejo hasta tres veces. Acto seguido, apago el equipo de música y bajocorriendo al vestíbulo.
Mi madre me espera al final de nuestra espléndida es- calera para estudiar mi atuendo. Me pongo recta. Lo sé, lo sé. Tengo dieciocho años y no deberíaimportarme lo que mi madre opine de mí, pero no sabéis lo que es vivir en casa de los Ellis. Mi madre tiene ansiedad y no es el tipo de ansiedad que pueda controlarsefácilmente con la ingesta de unas pastillitas de color azul. Y cuando ella se estresa, todos los que estamos a su alrededor sufrimos las conse- cuencias. Creo que esa es la razónpor la que mi padre se marcha a trabajar antes de que ella se despierte, para no tener que lidiar con su... bueno, con ella.
—Los pantalones son horribles, pero me encanta elcin- turón —confiesa, señalando ambas prendas con el dedo índice—. Y ese ruido al que llamas música me estaba pro- vocando jaqueca. Menos mal que la has apagado.
—Buenosdías a ti también, mamá —respondo antes de bajar los últimos escalones y darle un beso en la mejilla.
El olor de su perfume es tan fuerte que me cuesta res- pirar cuando meacerco a ella. Lleva un vestido de tenis de Ralph Lauren Blue Label que le hace parecer una ricachona. Pero claro, nadie se atrevería a señalarla con el dedo y cri- ticar suvestimenta.
—Te he comprado uno de esos bollos que tanto te gus- tan para tu primer día de instituto —añade mostrándome la bolsa que escondía tras la espalda.
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