perito mercantil
A LOS JÓVENES
San José de Costa Rica
Jueves 3 de marzo de 1983
Mis queridos jóvenes:
1. En mi visita apostólica a esta área geográfica me encuentro hoy con vosotros, jóvenes de Costa Rica aquí presentes; y a través de los medios de comunicación, también con los de los otros países que visitaré en los próximos días.
Tanto a los que os halláis eneste estadio como a los ausentes, pero unidos afectivamente a nosotros, os expreso mi gran alegría de estar con vosotros y os doy mi saludo más cordial de amigo y hermano.
Vengo a compartir con vosotros esta fraterna experiencia humana y eclesial, y a deciros una palabra que estoy seguro tendrá un fuerte eco en vuestro corazón generoso: Cristo, el eternamente joven, os necesita y os convoca en laIglesia, “verdadera juventud del mundo” (Mensaje del Concilio Vaticano II a los jóvenes, Nuntius ad iuvenes, 6).
Al concluir el Concilio Vaticano II, su último mensaje fue dirigido precisamente a los jóvenes, a vosotros “los que vais a recibir la antorcha de manos de vuestros mayores y a vivir en el mundo en el momento de las más gigantescas transformaciones de su historia” (ib. 1).
Con granconfianza dijeron entonces los padres conciliares: “Sobre todo para vosotros los jóvenes, la Iglesia acaba de alumbrar en su Concilio una luz, luz que alumbrará el porvenir” (ib. 2).
Como este mensaje es de impresionante actualidad, me parece oportuno entretenerme aquí con vosotros sobre el mismo, para examinar cómo puede iluminar mejor vuestro camino y ayudaros a responder al grave compromisoque tenéis como fermento y esperanza de la comunidad humana y de la Iglesia.
2. Sé que con frecuencia os preguntáis acerca de cómo vivir vuestra vida de manera que valga la pena; cómo comportaros de modo que vuestra existencia esté llena y no caiga en un vacío; cómo hacer algo para mejorar la sociedad en la que vivís, saliendo al paso de los graves males que sufre y que repugnan a vuestra sed desinceridad, de fraternidad, de justicia, de paz, de solidaridad. Sé que deseáis ideales nobles, aunque cuesten, y no queréis vivir una vida gris, hecha de pequeñas o grandes traiciones a vuestra conciencia de jóvenes y de cristianos. Y sé también que para ello estáis dispuestos a adoptar una actitud positiva frente a vuestra propia existencia y a la sociedad de la que sois miembros.
No basta,efectivamente, contemplar los tantos males que descubrís en derredor vuestro, o lamentarlos pasivamente. No basta tampoco criticarlos. No aportaría solución alguna declararse impotentes o vencidos ante el mal y dejarse llevar por la desesperanza. No, no es ése el camino de solución.
Cristo os llama a comprometeros en favor del bien, de la destrucción del egoísmo y del pecado en todas sus formas.Quiere que construyáis una sociedad en la que se cultiven los valores morales que Dios desea ver en el corazón y en la vida del hombre. Cristo os invita a ser hijos fieles de Dios, operadores de bien, de justicia, de hermandad, de amor, de honestidad y concordia. Cristo os alienta a llevar siempre en vuestro espíritu y en vuestras acciones la esencia del Evangelio: el amor a Dios y el amor al hombre(Cfr. Mt 22, 40).
Porque sólo de esta manera, con esa comprensión de la profundidad del hombre a la luz de Dios, podréis trabajar con eficacia para que «esa sociedad que vais a construir respete la dignidad, la libertad, el derecho de las personas, y esas personas son las vuestras” (Mensaje del Concilio Vaticano II a los jóvenes, Nuntius ad iuvenes, 3). Las vuestras y las de quienes – no loolvidéis nunca – son hijos de Dios, y llevan asimismo el exigente nombre de hermanos vuestros.
3. Este camino de empeño en favor del hombre no es fácil. Trabajar por elevarlo y ver siempre reconocida y respetada su dignidad, es tarea muy exigente. Para perseverar en ella es necesariauna motivación profunda, una motivación que sea capaz de superar el cansancio y el escepticismo, la duda y aun la...
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