Pero no puedo

La función debe continuar.
MAY 23, 2013
Aplausos.

El público vitorea, histérico. Me levanto en el instante en que el hombre blande por segunda vez su látigo. Ignoro por completo la multitud que me observa mientras cruzo la línea y entro al gran círculo. El murmullo crece mientras mi figura se hace parte del espectáculo. Aparto bruscamente al domador en mi avance directo hacia la fiera. Enel circo reina el pánico y el silencio. En segundos que parecieren años, doy mis últimos pasos y salto hacia al enorme tigre blanco. Siento su enorme cuerpo derribarme. Espero con calma el momento en que ambos, a destiempo, recuperemos nuestra vida y libertad. Alcanzo a oír los gritos.

En el circo, nadie aplaude.

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Precaución: huracán en curso.
MARCH 25, 2013
Díasdespejados prometió usted, señor. Y yo, confiado, salí a vivir sin más abrigo
que mis jóvenes andrajos. No escribo para reprocharle su evidente error,
ni menos culparlo por las nubes de las que debió hablarme.
No. No son las nubes el motivo de esta carta, estimado
señor del clima. Lamento escatimar palabras,
pero las gotas ya empiezan a acabar con estas letras.
Sin más, le confieso que la razón porla que escribo
es la necesidad de advertirle.
Advertirle que he descubierto un huracán
en mi mundo: un huracán que ha terminado
con lo que yo creía real y arrancado las raíces
de todos mis supuestos. Me inquieta
la posibildad de que este escape
de mí y cause estragos ahí afuera.
Espero no olvide mencionarlo en
su próximo informe. Me
despido, la lluvia ha
comenzado y he
olvidado miparaguas
. . .

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Siempre quise ser escritor.
MARCH 25, 2013
10.30 AM, Santiago ardía en caos. Salió de su casa y enfiló hacia la estación más cercana. Durante el trayecto que debía recorrer para llegar a Escuela Militar, sus oídos no se libraron, ni por un instante, de los apasionados gritos de los contestatarios: la revolución había comenzado. Según escuchó en algunaconversación ajena mientras entraba al vagón, los sublevados llevaban la delantera, habiendo logrado el apoyo de gran parte del pueblo. La información lo sorprendió un poco: no muchos confiaban en la revolución, más que nada por el carácter incipiente de esta y lo idealistas que parecían esos rostros jóvenes que recorrían las calles de la capital, inundándolas de sueños y esperanza.

“Los Héroes”, seescuchó en el altavoz, al tiempo que se detenía el metro. Bajó y pasó junto a un televisor que, por el numeroso grupo de gente que se conglomeraba a su alrededor, parecía transmitir noticias de último minuto. Aunque logró evitar el tumulto, nada fue capaz de silenciar a la periodista que, secundada por el máximo volumen del televisor, llegaba a cada rincón del andén con voz monótona.

“…de estaforma, el gobierno amenaza con abrir fuego ante el avance de los rebeldes hacia La Moneda.”

El griterío, que había empezado como un par de murmullos de desaprobación ante la desconcertante noticia, ahora se hacía insoportable. Apuró el paso, intentando alejarse de la frustración que comenzaba a asaltar su cuerpo y espíritu. Desesperado, y algo asfixiado por el escaso oxígeno del subterráneo, abriópaso entre la inquieta multitud y logró salir a la intemperie casi jadeando. Como si se tratara de frustrar su escape ante tal sensación de apresamiento, el sol lo recibió dándole en la cara con sus caprichosos rayos.

Apoyó la espalda en la pared más cercana, buscando reposo y algo de sombra, sin embargo, nada era suficiente para calmar la tensión que sufría. Intentando distraerse, sacó de subolsillo una hoja de papel que, doblada en cuatro, escondía el motivo de su viaje. La observó un instante y, recordando su misión, se incorporó. Guardó la hoja y empezó a caminar en dirección al alto edificio que se erguía entre tantos otros, pero que ese día, parecía brillar más -o menos tal vez-, contrastándose y adquiriendo una absurda imponencia.

Indiferente a las carreras frenéticas de...