Peronismo Revolucionario
Por John William Cooke
DEFINICIONES
(Publicado en Cristianismo y Revolución Nº 2-3, octubre-noviembre
1966)
17 de octubre
Una tarde del invierno de 1933, una muchedumbre como nunca se había
visto se congregó en el centro de Buenos Aires para asistir al entierro de
Hipólito Yrigoyen. Esa demostración popular sólo mereció desprecio y
desdén a la oligarquíagobernante: se trataba de una chusma que, gracias
a la diligente acción policial cuando había elecciones, no afectaba para
nada la hegemonía social y política de los selectos.
Doce años más tarde, la ciudad volvió a ser ocupada por una multitud
que se volcaba en un acto de adhesión a su caudillo. Esta vez los sectores privilegiados no se burlaron: todavía
les dura el pavor y el odio que les provocóese 17 de octubre. Y también la ignorancia sobre el significado
profundo de lo ocurrido.
Es que el fenómeno escapaba a la capacidad de comprensión de las clases dominantes. Aceptaron la explicación de que se trataba de una manifestación de malvivientes, grupos de desclasados y marginales ("lumpenproletariat", aclararon los cultos de su "izquierda" cipaya), reclutados por la policía. Así fue comopocos meses después, el misterio policial de octubre se transformó en el misterio matemático de febrero: todos los partidos políticos, los dueños de todos los votos, eran derrotados electoralmente por las organizaciones que habían formado apresuradamente el nuevo movimiento nucleado en torno a Perón.
Pasado el desconcierto de ese desastre imprevisible, los partidos de la Unión Democrática serefugiaron en
interpretaciones de un idealismo delirante, que les permitía no sólo negar la legitimidad del nuevo régimen
surgido del más estricto respeto a las normas de la democracia que ellos postulaban, sino continuar reivindicando la condición de representantes de la voluntad de esa ciudadanía' que los desconocía repetidamente en
los comicios. El peronismo —decían— era el resultado de laaplicación de técnicas totalitarias de manipuleo
de la opinión de las masas, y por lo tanto era lícito recurrir a la violencia para derrocarlo; su irrespeto por el
liberalismo económico y por los valores culturales impuestos por cien años de semicoloniaje fue invocado
como prueba de que se trataba de una versión aborigen de los fascismos derrotados en Europa. Una vez más,
las fuerzas del viejorégimen empleaban fórmulas de interpretación trasladadas de la realidad ultramarina.
La oligarquía restaurada
Producido el golpe de 1955, la oligarquía restaurada desmanteló rápidamente el dispositivo económico peronista, si bien la realidad demostró que no era posible retrotraer las cosas al punto en que estaban antes del
peronismo. En materia política, el imbecilismo de la tiranía militar llegóal punto de que el Ministerio de Relaciones Exteriores gestionó el envío de la legislación antifascista y antinazi, para aplicarla a los "vencidos".
Pero he aquí que pasaba el tiempo, que el peronismo no sólo carecía de los resortes estatales sino que estos
funcionaban integral y permanentemente en contra suyo, que su jefe estaba en el exilio, sus dirigentes políticos presos o exiliados, lossindicales proscriptos, sus signos, consignas, cantos e iconografía prohibidos, sus
bienes incautados, y el decreto 4161 pendía con su viciosa crueldad sobre cualquier actividad proselitista. Y
sin embargo, el Movimiento no se desintegraba, no perdía cohesión ni sus masas corrían a alistarse bajo las
banderas de los partidos burgueses. Desde 1955 hasta la fecha, el proceso político argentino esuna sucesión
de dictaduras militares, directas o bajo cubertura de una falsa legalidad, que ensayan procedimientos para
"integrar" a esa masa peronista en las estructuras del sistema burgués en crisis.
Descartada la tesis de qué éramos una multitudinaria congregación de papanatas, surgieron tácticas diversas:
la ultragorila de tratarnos como "un caso de reformatorio político" (Toranzo...
Regístrate para leer el documento completo.