Personalidad

Andrés Camacho López
Bienaventurados los pueriles.

¿Es en verdad que perdemos algo tan vituperado y pocas veces añorado como la esencia misma de cada persona? En tiempos modernos ydesde la invención de conceptos sobrevaluados como la moral, el hombre ha buscado arraigarse en si mismo, trabando dentro de sus círculos sociales y vínculos de poder entes capaces deenvolver e impeler la esencia de cada persona, individuos incapaces de entablar la actividad misma que supuestamente nos distingue de otros animales, el raciocinio. Quizá hemos sido víctimas deuna conspiración que parece acarrear la tradición misma, que encajar fuera de esta nos convertiría en inmorales, posiblemente hemos dejado fuera cualquier idea de identidad porqueconcebimos la identidad dentro de nuestros grupos sociales, no en uno mismo, sino en los pares.
Hay demasiadas variantes pero hoy me remitiré a la más común de las actividades, el trabajo, aqueltrabajo que se promueve incansable, que predicamos los países con afán de desarrollo, el trabajo fuera de hora, tan madrugador como nocturno, y que acusa al trabajador como hombre deesfuerzo, hombre trabajador, servidor fiel del trabajo; aquel que simplemente aleja al individuo de eso tan peligroso y temible por las cabezas sociales, el individualismo, porque hoy laseguridad ha puesto su imagen muy alta, el temor juega a la par de la seguridad, tememos por la seguridad. Ese trabajo incansable, agotador que no deja espacio a la reflexión, que limitapensar, preguntar, gozar, que simplemente no deja espacio, añoranza, tiempo, más que nada energía a ninguna de esas actividades. Brinda placeres superficiales, livianos, escasos, ficticiospero seguros. Ese trabajo limita la esencia del individuo, desprecia su unidad, aleja cualquier peligro individual, eso sí, abre el camino a un terruño seguro y prejuiciosamente moral.