persuacion y seduccion
En cambio, la seducción de las palabras, lo que aquí nos ocupa,
sigue otro camino. La seducción parte de un intelecto, sí, pero no se dirige a la zona racional de quien recibe el enunciado, sino a sus emociones. Y sitúa enuna posición de ventaja al emisor, porque éste conoce el valor completo de los términos que utiliza, sabe de su perfume y de su historia, y, sobre todo, guarda en su mente los vocablos equivalentes que ha rechazado para dejar paso a las pala-bras de la seducción. No se basa tanto la seducción en los argumen¬tos como en las propias palabras, una a una. No apela tanto a la construcción razonada comoa los elementos concretos que se em¬plean en ella. Su valor connotativo ejerce aquí una función sublime.
La seducción de las palabras no necesita de la lógica, de la cons¬trucción de unos argumentos que se dirijan a los resortes de la ra¬zón, sino que busca lo expresivo, aquellas expresiones" que se ador¬nan con aromas distinguibles. Convence una demostración matemá¬tica pero seduce unperfume. No reside la seducción en las conven¬ciones humanas, sino en la sorpresa que se opone a ellas. No apela a que un razonamiento se comprenda, sino que se sienta. Lo organi¬zado subyuga, atenaza con argumentos; pero seduce lo natural, lo que se liga al ser humano y a su entorno, a sus' costumbres, a la historia, seduce así la naturaleza de las palabras.
Algunas palabras cumplen la función de unolor. Seduce un aroma que relaciona los sentidos con el lugar odorífero más primitivo, el nuevo olor llega así al cerebro sensible y activa la herencia que tiene adherida desde la vida en las cavernas; y le hace identificar esa percepción y su significado más profundo, más antiguo, con aquellos indicios que permitían al ser humano conocer su entorno mediante las sensaciones que hacían sentirseseguro al cazador porque los olores gratos anunciaban la ausencia de peligros, es decir, la inexistencia de olores peligrosos. La seducción de las palabras, su olor, el aroma que logran despertar aquellas percepciones prehistóricas, reside en los afec¬tos, no en las razones. Ante determinadas palabras (especialmente si son antiguas), los mecanismo internos del ser humano se ponen en marcha conestímulos físicos que desatan el sentimiento de aprecio o rechazo, independientemente de los teoremas falsos o verdaderos. No repara las seducción en abstracciones, en nebulosas generalizantes, sino en lo concreto: es lo singular frente a lo general.
Las palabras denotan porque significan, pero connotan porque se contaminan. La seducción parte de las connotaciones, de los mensajes entre líneas másque de los enunciados que se aprecian a simple vista. La seducción de las palabras no busca el sonido del significante, que llega directo a la mente racional, sino el significante del sonido, que se percibe por los sentidos y termina, por tanto, en los sentimientos.
Todo esto nos lleva a saber que en cada contexto existen unas palabras frías y unas palabras calientes. Las palabras frías...
Regístrate para leer el documento completo.