pideme lo q quieras
Cuando abro, jadeo por las carreras que me he metido y me sorprendo al ver a Eric vestido con un vaquero y una camisa oscura. Está guapísimo. Siento cómo su mirada me recorre y pregunta:
—¿Estabas corriendo?
Como si fuera tonta, me apoyo en la puerta. Menudas carreras me acabo de meter. Él me mira de arriba abajo. Estoy a punto de gritarle: «¡Ya losé! Estoy horrible». Pero me sorprende cuando me dice:
—Me encantan tus zapatillas.
Me pongo roja como un tomate al mirar mis zapatillas de Bob Esponja que mi sobrina me regaló. Eric entra sin que yo lo invite. Curro se acerca. Para ser un gato es muy sociable. Eric se agacha y lo acaricia. A partir de ese momento Curro se convierte en su aliado.
Cierro la puerta y me apoyo en ella. Curro es tanmaravilloso que no puedo dejar de sonreír. Eric me mira, se levanta y me entrega una botella.
—Toma, preciosa. Ábrela, ponla en una cubitera con bastante hielo y coge dos copas.
Asiento sin rechistar. Ya está dando órdenes.
Al llegar a la cocina, saco la cubitera que me regaló mi padre, echo hielo en ella, abro la botella y, al meterla en el hielo, me fijo con curiosidad en las pegatinas rosas y leo«Moët Chandon Rosado».
—Dijiste que te gustaba la fresa —escucho mientras siento cómo me pasa la mano por la cintura para acercarme a él—. En el aroma de ese champán domina el aroma de fresas silvestres. Te gustará.
Extasiada por su cercanía, cierro los ojos y asiento. Me pone como una moto. De pronto, me da la vuelta y quedo apoyada entre el frigorífico y él. Mi respiración se agita. Él me mira.Yo lo miro y entonces hace eso que tanto me gusta. Se agacha, acerca su lengua a mi labio superior y lo repasa.
¡Dios, qué bien sabe!
Abro mi boca a la espera de que ahora me repase el labio de abajo, pero no. Me equivoco. Me levanta entre sus brazos para tenerme a su altura y luego mete su lengua directamente en mi boca con una pasión voraz.
Incapaz de seguir colgada como un chorizo, enrosco mispiernas en su cintura y, cuando él pega su entrepierna en el centro de mi deseo, me derrito. Sentir su
excitación dura y caliente sobre mí me hace querer desnudarlo. Pero entonces separa su boca de la mía y me pregunta:
—¿Dónde está lo que te he regalado hoy?
Vuelvo a ponerme colorada.
¿Este hombre sólo piensa en sexo? Vale, yo también.
Sin embargo, incapaz de no responder a sus inquisidores ojos,respondo:
—Allí.
Sin soltarme, mira en la dirección que le he dicho. Camina hacia allí conmigo enlazada a su cuerpo y me suelta. Abre el sobre, saca lo que hay en él y rompe el plástico del embalaje, primero de una cosa y luego de la otra. Mientras lo hace, no me quita ojo y eso que respira con más intensidad. Me agita.
—Coge el champán y las copas.
Lo hago. Este tío va al grano. Cuando acaba desacar los artilugios de su embalaje camina hacia la cocina y los mete bajo el grifo. Luego, los seca con una servilleta de papel y vuelve de nuevo hacia mí y me coge de la mano.
—Llévame a tu habitación —me dice.
Dispuesta a llevarlo hasta el mismísimo cielo en mis brazos si fuera necesario, lo conduzco por el pasillo hasta llegar ante la puerta de mi habitación. La abro y ante nosotros quedaexpuesta mi bonita cama blanca comprada en Ikea. Entramos y me suelta la mano. Dejo el champán y las dos copas sobre la mesilla, mientras él se sienta en la cama.
—Desnúdate.
Su orden me hace salir del limbo de fresas y burbujitas en el que él me había sumergido y, todavía excitada, protesto:
—No.
Sin apartar su mirada de mí, repite sin cambiar su gesto:
—Desnúdate.
Chamuscada en el horno de emocionesen el que me encuentro, niego con la cabeza. Él asiente. Se levanta con cara de mala leche. Tira los artilugios que lleva en su mano sobre la cama.
—Perfecto, señorita Flores.
¡Buenoooo!
¿Volvemos a las andadas?
Al verlo pasar por mi lado, reacciono y lo agarro por el brazo. Tiro de él con fuerza.
—¿Perfecto qué, señor Zimmerman? —le pregunto, envalentonada.
Con gesto altivo, mira mi mano en...
Regístrate para leer el documento completo.