Pintura
No he encontrado sangre, ni huellas, ni algún pelo en la noche oculta, ni rastros de fuese cualquiera el tipo que me sirviera de evidencia. Nadie vio nada, ninguna personaescuchó nada, ni siquiera los vecinos de la calle Mirst donde se encuentra en una esquina la casa de Vodeler, la víctima del crimen. Lo supe cuando interrogué a cada una de las pocas personas queresidían en la ciudad en mi pequeña oficina solo para mi del departamento de investigación policial en el cuarto piso. Realicé cada movimiento a la perfección para resolver el caso sin haber detalleque se me escapase como una mancha de sangre por limpiar. ¿Quién podría resolver un caso con tanta precisión como yo?
Supe de la desaparición de Vodeler cuando un vecino suyo me hizo llegar lanoticia el segundo jueves del pasado mes. Estuve revisando la investigación personal para interiorizarme en su vida: Andre Jean Vodeler Vodeler era un anciano que vivía a unas cuatro cuadras de mi oficinade investigación, algo así como a diez minutos. Según sus vecinos era muy silencioso y rara vez se le veía transitando por la acera o yendo de compras a la tienda. Se hasta el más mínimo detalle desu vida, no se me escapó nada que resultó clave para haber hecho un trabajo tan cuidadoso. Su desaparición comenzó la primera semana del mes anterior, en ese mismo día un vecino suyo se extrañó alver que ese día el Sr. Vodeler no salió al jardín de su casa a recibir la correspondencia que recibía en las primeras horas del día. La última vez que fue escuchado, me aseguró otro propietario de lacalle Mirst, fue a las cinco en punto de la mañana cuando sonaron las puertas de su casa repetidamente, cosa que lo hizo sospechar que algo raro estaba ocurriendo porque nunca antes había salido oentrado de su propiedad en dicha hora. Luego de revisar su casa, no hallé pista alguna que me indujera al culpable, pero hubo una cosa, solo una cosa que encontré con la que descifré el puzle de la...
Regístrate para leer el documento completo.