pinturas rupestres
Es aquí donde, con relativa facilidad, se puede disfrutar de una gran variedad de murales rupestres que aún se mantienen en muy buenas condiciones. El interés de una visita a tan alejado lugar no estriba solamenteen el aspecto cultural e histórico de estas magníficas representaciones tan antiguas, sino también en sumergirse en un territorio cuyo paisaje y vida parecen tan inhóspitos como pacíficamente bellos.
San Francisco de la Sierra está a 37 km de la carretera número uno de Baja California y a 80 km del pueblo de San Ignacio. Ahí se encuentran el recientemente inaugurado Museo Local de San Ignacio yel Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde se otorgan los permisos necesarios para visitar la sierra de San Francisco y se organizan los preparativos para conseguir el guía y los animales necesarios para visitar la región. El museo, del cual obtuve la mayor parte de la información para este reportaje, es la culminación de un trabajo que se ha venido desarrollado durante variosaños, sobre los murales rupestres y las vidas de sus ejecutores. En él se exhiben varias fotografías de pinturas y del área, y se ofrece la información más reciente de los proyectos arqueológicos que se están llevando a cabo hoy en día. También contiene una representación tridimensional, a escala, de uno de los murales de la sierra, por medio de la cual es posible visualizar la apariencia originalde las pinturas durante la vida de sus autores. Es recomendable visitar este museo para comprender mejor la zona antes de emprender el viaje.
Partiendo de San Ignacio con el permiso necesario, se recomienda usar un vehículo propio ya que no hay transporte público hacia San Francisco, y contratar uno particular puede resultar bastante costoso. El camino a San Francisco no está pavimentado y sueleestar en condiciones difíciles después de las lluvias, así que es recomendable utilizar un coche adecuado para este tipo de terrenos.
El cambio gradual de las desérticas planicies a la sierra es bellísimo. Durante el ascenso es posible ver el gran valle del Vizcaíno que se extiende hasta las grandes salinas, junto al Océano Pacífico. Un poco más adelante, desde las alturas, se puede divisar unafranja azul que es el Mar de Cortés.
La pequeña población de San Francisco es el último lugar para comprar comestibles, pero es recomendable hacer esto en San Ignacio por razones de precio y surtido. Es indispensable llevar agua embotellada ya que es arriesgado beber el agua que corre por los escasos arroyos.
Una vez en San Francisco, montado en mula, se comienza el tranquilo ascenso y descensode los cañones hacia el corazón de la sierra donde se encuentran las pinturas. Esta serie de cordilleras forma parte de la zona conocida como el Desierto Central. El camino cambia constantemente alternando entre planicies, mesetas, cañadas y barrancos. La vegetación, formada principalmente por una gran variedad de cactos, cambia en forma muy interesante cuando uno llega al fondo de las cañadasdonde se encuentra una flora muy distinta que goza del agua de los arroyos intermitentes. Aquí, las palmeras se estrechan lujuriosamente hacia el abundante sol y se ven distintos árboles y arbustos que aprovechan la poca agua existente.
Después de cinco horas de camino se llega a la ranchería de San Gregoriodonde habitan dos amigables y simpáticas familias. En su larga estancia ahí, ellos handesarrollado un complejo sistema de irrigación con el cual han creado unas bellísimas hortalizas que dan un agradable asilo a los ojos cansados del constante paisaje desértico. Se puede oír el correr del agua por los varios canales y oler la tierra húmeda. Al pasear, se ven naranjos, manzanos, duraznos, mangos, granadas e higos. También hay todo tipo de granos y legumbres.
Mientras más me internaba...
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