Piramide de los nichos
En el texto explicativo correspondiente, Nebel enfatiza que se requiere de un “conocimiento local muy particular” para ubicar estas ruinas y, sobre todo, de “una voluntad muy decidida para vencer los obstáculos que presentan la travesía de un monte virgen”. Ahí mismo, el alemán se hace pasar como el primer occidental que puso el pie en la bellapirámide: “Aunque mencionada por el barón de Humboldt y otros... nunca ha sido dibujada, ni aun se ha tenido una relación exacta sobre ella. Conocida sólo de reputación, nadie la ha visto, excepto algunos indios de las inmediaciones”.
LA VISITA DE DIEGO RUIZ
Lejos de lo afirmado, a fines del siglo XVIII El Tajín ya había recibido a dos visitantes que nos dejaron testimonios de los monumentos másinsignes. Uno de ellos fue Diego Ruiz, quien en marzo de 1785 se topó con la Pirámide de los Nichos en el transcurso de una inspección en busca de plantíos clandestinos de tabaco. La visita quedó registrada en un artículo anónimo que apareció en el número 42 de la Gazeta de México, el martes 12 de julio de ese mismo año. Por su gran trascendencia para la historia de la arqueología mexicana, aquí setranscribe íntegramente el artículo.
El texto fue acompañado por un grabado en cobre, firmado en el ángulo inferior izquierdo por un tal “García” y con la glosa “ORIENTE” al pie de la escalinata. Se trata, en realidad, de una reconstrucción del edificio. Curiosamente, nada se observa de “los crecidos árboles” y las raíces mencionadas en el texto, menos aún de la broza y la hojarasca; lavegetación se limita a un par de diminutas plantas.
Todo parece indicar que muy pronto tendremos nuevos datos sobre esta visita pionera, pues, en su último libro sobre El Tajín, Arturo Pascual nos informa acerca del hallazgo y próxima publicación de importantes documentos inéditos de Diego Ruiz. Por el momento, contentémonos con señalar que el artículo anónimo de la Gazeta de México tuvo una repercusióninmediata en los círculos ilustrados novohispanos y europeos de fines del siglo XVIII. Por ejemplo, los anticuarios José Antonio Alzate (1737-1799) y Ciriaco González Carvajal (1745-ca. 1832) se refieren a este descubrimiento en sus respectivos escritos.
José Pichardo (1748-1812), religioso de la orden de San Felipe Neri, también supo reconocer su enorme trascendencia. En 1803, envió a Roma unejemplar de la Gazeta de México de 1785 y otro del suplemento de la Gazeta de Literatura de 1791, este último con el famoso estudio de Alzate sobre las ruinas de Xochicalco. El destinatario fue el jesuita e historiador exiliado Andrés Cavo (1739-1803), quien justo antes de morir turnó ambos documentos a otro miembro de la orden que durante el destierro se había vuelto experto en la arquitectura...
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