Pisco

Páginas: 41 (10033 palabras) Publicado: 27 de marzo de 2013
El pensamiento del afuera
Michel Foucault
TRADUCCIÓN DE MANUEL ARRANZ
PRE-TEXOS, Valencia, 1989

1
MIENTO, HABLO

La verdad griega se estremeció, antiguamente, ant esta sola afirmación: “miento”. “Hablo” pone
a prueba toda la ficción moderna.
Estas dos afirmaciones, a decir verdad no tienen el mismo peso. Ya se sabe que el argumento
de Epiménides puede refutarse si se distingue, en elinterior de un discurso que gira
artificiosamente sobre sí mismo, dos proposiciones, de las cuales la una es objeto de la otra.
La configuración gramatical de la paradoja (sobre todo si está urdida en la simple forma de
“miento” por más que trate de esquivar esta esencial dualidad, no puede suprimirla. Toda
proposición debe ser de un “tipo” superior a la que le sirve de objeto. Que se produzcaun
efecto de recurrencia de la proposición-objeto a aquella que la designa, que la sinceridad del
Cretense, en el momento en que habla, se vea comprometida por el contenido d su afirmación,
que pueda estar mintiendo al hablar de la mentira -todo esto es menos un obstáculo lógico
insuperable que la consecuencia de un hecho puro y simple: el sujeto hablante es el mismo
que aquel del que sehabla.
En el momento en que pronuncio lisa y llanamente “hablo”, no me encuentro amenazado por
ninguno de esos peligros; y las dos proposiciones que encierra ese único enunciado (“hablo” y
“digo que hablo”) no se comprometen una a la otra en absoluto. Estoy a buen recaudo en la
fortaleza inexpugnable donde la afirmación se afirma, ajustándose exactamente a sí misma, sin
desbordar sobre ningúnmargen y conjurado toda posibilidad de erro, puesto que no digo nada
más que el hecho d que hablo. La proposición-objeto y aquella que la enuncia se comunican
sin ningún obstáculo ni reticencia, no sólo por el lado de la palabra de que se trata, sino
también por el lado del sujeto que articula esta palabra. Es por tanto verdad, irrefutablemente
verdad, que hablo cuando digo que hablo.
Peropodría ocurrir que las cosas no fueran tan simples. Si bien la posición formal del “hablo”
no plantea ningún problema específico, su sentido, a pesar de su aparente claridad, abre un
abanico de cuestiones quizá ilimitado. “Hablo” en efecto se refiere a un discurso que, a la vez
que le ofrece un objeto, le sirve de soporte. Ahora bien, este discurso está ausente; el “hablo”
no es dueño de susoberanía más que en la ausencia de cualquier otro lenguaje; el discurso
del que hablo no preexiste a la desnudez enunciada en el momento en que digo “hablo”; y
desaparece en el mismo instante en que me callo. Toda posibilidad de lenguaje se encuentra
aquí evaporada por por la transitividad en que el lenguaje se produce. El desierto es su
elemento. ¿A qué extrema sutileza, a qué punto singular ytenue, llegaría un lenguaje que
quisiera reivindicarse en la despojada forma del “hablo”? A menos, precisamente, que el vacío
en que se manifiesta la exigüidad sin contenido del “hablo” no sea una abertura absoluta por
donde el lenguaje puede propagarse al infinito, mientras el sujeto -el “yo” que habla- se
fragmenta, se desparrama y se dispersa hasta desaparecer en este espacio desnudo. Si enefecto el lenguaje sólo tiene lugar en la soberanía solitaria del “hablo”, nada tiene derecho a
limitarlo, -ni aquel al que se dirige, ni la verdad de lo que dice, ni los valores o los sistemas
representativos que utiliza; en una palabra, ya no es discurso ni comunicación de un sentido,
sino exposición del lenguaje en su ser bruto, pura exterioridad desplegada; y el sujeto que
habla no es tantoel responsable del discurso (aquel que lo detenta, que afirma y juzga
mediante él, representándose a veces bajo una forma gramatical dispuesta a estos efectos),

como la inexistencia en cuyo vacío se prolonga sin descanso el derramamiento indefinido del
lenguaje.
Se acostumbra creer que la literatura moderna se caracteriza por un redoblamiento que le
permitiría designarse a sí misma; en...
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