pishtaco
Alguien le dijo a Mateo Ramos que el Pishtaco andaba rondando por las chacras de la otra banda y él se rió. "Ignorantes", dijo y carcajeándose se alejó para sus pagos. Fue la última vez que brindó aguardiente con los vivos: sólo encontraron su cabeza con el gesto de desamparo que origina el último estertor de la muerte.
Venancio Paredes contaba que tuvo la peorsorpresa de sus borracheras cuando vio aquella bola con pelos sobre el cascajo irregular de la carretera. Al pie del tronco de un pijuayo quemado, el rostro del Mateo sacaba la lengua a medias con los ojos entrecerrados. Venancio encontró el valor suficiente para sobreponerse al susto y cogiéndola de una crencha, regresó a la tienda de Dimas para comunicar al resto de bebedores la última hazaña delPishtaco.
-Pensar que el Mateo era un cholo trejo -comentaba el indio Castro.
-Lo han agarrado borracho, pues. ¿Quién se va a defender así?
-No estaba tan tomado el cholo. No creyó lo que le contaron del Pishtaco y vela ahí su cabeza. ¿Onde andará su cuerpo ahora? -decían.
Ante la luz irregular del negocio de Dimas, los vecinos observaban el macabro hallazgo de quien hasta hacía unahora había osado marcharse solo a su casa. Nadie pudo conciliar el sueño esa noche.
* * * *
La época de lluvias iba dejando los bosques de Tambochaque a duras penas. Cuando parecía que ya no iba a llover, los nubarrones regresaban con mayor osadía para quedarse horas sobre los pocos techos que habitaban la zona. No podían los colonos salir a trabajar y mucho menos procurarsealguna presa en el monte. Cristina Tarazona mirando la lluvia no conseguía olvidar la última conversación con Mateo, tampoco sus manos y su calor de hombre. "No hay Pishtacos, Cristina. Ese ha sido un cuento de los poderosos para quitarles su tierra a los pobres", le había dicho.
Bajo el techo de calaminas recordaba la mujer a su marido mirando la lluvia implacable. Cuánto cambió en laciudad. Vino con ideas raras y hasta quería formar una cooperativa de cafetaleros en Tambochaque. Cristina suspiraba recordando, mientras introducía palos secos en la cocina de leña. Pasarían así los primeros días de marzo con aguacero y el temido Píshtaco no hacía su aparición de costumbre. La gente se acostumbró a compartir la vigilia con el sueño.
-Menos mal que aún me queda frejol...-comentaba el indio Castro- Sino nadie le daría de comer a mis guaguas.
-Ayer cazamos un samaño, con perro nomás, pero nos hemos tirao nuestra mojada... Como pa' no salir de nuevo -habló Venancio Paredes.
Dimas sirvió copas de aguardiente. Las caras eran tristes, sin ánimo. La lluvia y el Pishtaco habían llegado juntos ese año, como dos desgracias acompañándose.
-Dicen que el Pishtaco es elalma de un español. Los españoles mataban muchos indios y por eso se fueron todos al infierno. Así que de vez en cuando el Patudo manda uno de ellos pa’ que mate más peruanos. Los mata sin confesión y así se lleva su alma derechita pa’l infierno -contaba el viejo Enrique Ataucusi.
-¿Y qué me dice de la manteca, don Enrique? -preguntó Venancio Paredes antes de convidar mapachos a lospresentes.
-Nos hace comer manteca de cristiano, porque ya no seremos los mismos después de haber comido lo de otro semejante. ¡Sabido es! Nos volveremos malos, el uno contra el otro. ¿Onde saben que dentro de poco estaremos dándonos vuelta entre los vecinos de esta banda del río? Blanco es el Pishtaco, rubia su barba del muy astuto: alto y trejo es.
Pero Cristina Tarazona es quien más piensasobre qué puede hacerse con el Pishtaco. En la soledad de su chacra cría a los hijos de sus dos matrimonios y les da de comer a las gallinas los últimos puñados de maíz que quedan en el silo. La lluvia impide ir a sacar más. "Piensa Cristicha, piensa”, se repite mientras hace las tareas. De tres que tiene sólo uno es hijo de los amores con Mateo. Era el más pequeño, con la frente amplia del...
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