Placer indisciplinado
por Stewart Blackburn
La otra noche me encontraba en una cena con una mujer encantadora que enseña otra forma de chamanismo
y, mientras conversábamos, ella hizo varias alusiones a la disciplina en un contexto espiritual. Bien, yo
siempre he sido más bien anarquista y consistentemente me he rebelado contra las reglas y la disciplina. Por
supuesto que he sentido respeto por aquellos individuos disciplinados con los que me he encontrado, pero
nunca vi en sus vidas reflejo de la superioridad de su disciplina sobre mi propia práctica aparentemente
aleatoria. De hecho, al intentar tomar nota de cuáles prácticas producen cuáles resultados, la gentedisciplinada que he conocido no me ha parecido más feliz y, en muchos casos, era a menudo menos feliz que
su contrapartida indisciplinada. Mientras seguía conversando con mi amiga me iba poniendo cada vez más
inquieto, hasta que solté que yo era una persona muy indisciplinada y creía que eso tenía mucho más sentido
que ser disciplinado. Ella no comprendió mi punto de vista y tal vez otros tampoco lo hagan, por eso acá va
una explicación de mis ideas al respecto.
La disciplina está generalmente basada sobre el temor. Presupone que hay muchas tentaciones que
efectivamente lo distraen a uno del noble sendero de la auto-realización. Sin el uso de la disciplina, pasiones
tales como la ira, la codicia y el deseo sexual pueden impedir que el aspirante vea la verdad. Dentro de este
supuesto hay otro que dice que hay partes nuestras que son menos valiosas que otras y que, a menos que
conquistemos a las partes menos valiosas de nosotros mismos, no podremos progresar verdaderamente. La
disciplina implica que hay un conflicto dentro de cada persona entre los aspectos superiores, más nobles, y
los impulsos más básicos y animales. No considera al ser humano como un todo glorioso y completamente
funcional. En cambio, divide a la persona en partes “buenas” y “malas”, donde las partes “malas” pueden
traicionar a las “buenas” y descarriar a la persona o cosas peores.Ahora bien, el placer es la moneda que tenemos para evaluar una cosa versus la otra. Si deseo tanto más
ensalada como más postre, pero tengo lugar para una sola cosa, elegiré la que estimo me dará más placer
general. Si debo elegir entre salir a bailar o cumplir con mi responsabilidad como niñera, elegiré sobre la
base del placer general, reconociendo que hay mayores placeres involucrados en cumplir con mis
responsabilidades (y algunas cuestiones muy dolorosas de no hacerlo). La importancia relativa, esto es,
cuánto placer total obtengo de cada cosa, depende enteramente de mí, por supuesto, según cuánto valoro esos
placeres en el momento. Igualmente, todos usamos el placer como medio de comparar dos o más opciones
dispares.
Cuanto más uno participa en los reinos interiores más siente el llamado de algo muy grande y poderoso que
se siente extraordinario. La gente tiende a dar a esto nombres que reflejan su bagaje cultural y espiritual.
Algunos usan nombres que sugieren que la fuente de este llamado está fuera de ellos, como Dios, Alá,
Jehová, Shiva o Vishnu. Otros encuentran nombres que reflejan su sentido de que es interno, como
naturaleza-Buda o Yo Superior. Y otros aún usan nombres que no reflejan ni interioridad ni exterioridad,
como Tao. Se lo llame como se lo llame es un sentimiento, un sentimiento cada vez más fuerte cuyo placer se
vuelve...
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