platón república
Llibre II 368c - 376c
X. Y yo, que siempre había admirado, desde
luego, las dotes naturales de Glaucón y
Adimanto, en aquella ocasión sentí sumo
deleite al escuchar sunpalabras y exclamé:
-No carecía de razón, ¡oh, herederos de ese
hombre!, el amante de Glaucón, cuando, con
ocasión de la gloria que alcanzasteis en la
batalla de Mégara, os dedicó la elegía quecomenzaba:
¡Oh, divino linaje que sois de Aristón el excelso!
Esto, amigos míos, me parece muy bien dicho.
Pues verdaderamente debéis de tener algo
divino en vosotros si, no estando persuadidosde
que la injusticia sea preferible a la justicia, sois
empero capaces de defender de tal modo esa
tesis. Yo estoy seguro de que en realidad no
opináis así, aunque tengo que deducirlo devuestro modo de ser en general, pues vuestras
palabras me harían desconfiar de vosotros y
cuanto más creo en vosotros, tanto más grande
es mi perplejidad ante lo que debo responder.
En efecto, nopuedo acudir en defensa de la
justicia, pues me considero incapaz de tal cosa,
y la prueba es que no me habéis admitido lo
que dije a Trasímaco creyendo demostrar con
ello la superioridad dela justicia sobre la
injusticia; pero, por otra parte, no puedo
renunciar a defenderla, porque temo que sea
incluso una impiedad el callarse cuando en
presencia de uno se ataca a la justicia yno defenderla mientras queden alientos y voz para
hacerlo. Vale más, pues, ayudarle de la mejor
manera que pueda.
Entonces Glaucón y los otros me rogaron que en
modo alguno dejara dedefenderla ni me
desentendiera de la cuestión, sino al contrario,
que continuase investigando en qué consistían
una y otra y cuál era la verdad acerca de sus
respectivas ventajas. Yo les respondí loque a mí
me parecía:
-La investigación que emprendemos no es de
poca monta; antes bien, requiere, a mi
entender, una persona de visión penetrante.
Pero como nosotros carecemos de ella, me...
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