Platón

De joven me pasó lo que a muchos otros. Creía que, en cuanto me hiciera (c) dueño de mí mismo, entraría al punto en los asuntos comunes de la ciudad. Me vi envuelto en algunas circunstancias quesobrevinieron en la ciudad. El gobierno de entonces era objeto de muchas injurias y tuvo lugar una revolución. En ella cincuenta y un hombres se pusieron al frente como magistrados: once en la ciudad,diez en el Pireo: tanto unos como otros encargados del ágora y de cuanto era necesario administrar en la ciudad. Treinta de todos estos magistrados se convirtieron en (d) plenipotenciarios. Algunos deellos eran familiares y conocidos míos y al momento me llamaron, pensando que estos asuntos eran de mi incumbencia. Yo era joven y, por tanto, es normal lo que sucedió: consideraba que ellos iban aregir la ciudad de modo que esta pasara de una existencia de injusticia a una forma justa, por tanto puse mucha atención en ver que hacían. Sin lugar a duda esos hombres, en poco tiempo, demostraron queel gobierno anterior era de oro. (e) Entre otras cosas a mi amigo Sócrates, ya mayor, del que no tengo reparo alguno en decir que era el hombre más justo de los de entonces, lo (325a) mandaron juntocon otros a buscar a un ciudadano para que lo trajeran por la fuerza como reo a muerte, a fin de hacerle cómplice de sus acciones, ya quisiera o no. No lograron convencerlo. Incluso se arriesgó sufrircualquier clase de represalia antes de convertirse en cómplice de sus impiedades. Al ver todas esas cosas, además de otras semejantes, y que no eran minucias, me sentía molesto y me quedé al margen delos errores de entonces. Poco tiempo después cayeron los Treinta y todo aquel gobierno. De nuevo, aunque con más cautela, (b) me arrastraba igualmente el deseo de tomar parte en los asuntos comunes ypolíticos. En medio de aquellos tiempos de conmoción sucedieron precisamente muchos acontecimientos que provocaban rechazo a cualquiera. No había nada sorprendente en el hecho de que, en un momento...