Platon, Aristoteles y San agustin
Fragmento tomado de la República de Platón Libro I
Numeración internacional 328 c – 329 d Editorial Gredos
Fuimos entonces a casa de Polemarco, y allí nos encontramos con sus hermanos Lisias y Eutidemo, así como también con Trasímaco de Calcedonia, Carmántides de Peania y Clitofonte, hijo de Aristónimo. En la casa estaba también Céfalo, el padre de Polemarco, quien me pareció muyaventajado, pues hacía mucho tiempo que no lo veía. Estaba sentado en un sillón provisto de una almohada para reclinar la cabeza, en la que llevaba una corona, dado que acababa de hacer un sacrificio en el atrio. Y nosotros nos sentamos a su lado; había allí, en efecto, algunos asientos colocados en círculo. En cuanto Céfalo me vio, me saludó con estas palabras:
Oh Sócrates, no es frecuente quebajes al Pireo a vernos. No obstante, tendría que ser frecuente. Porque si yo tuviera aun fuerzas como para caminar con facilidad hacia la ciudad, no sería necesario que vinieras hasta aquí, sino que nosotros iríamos a tu casa. Pero ahora eres tú quien debe venir aquí con mayor asiduidad. Y es bueno que sepas que, cuanto más se esfuman para mí los placeres del cuerpo, tanto más crecen los deseosy placeres en lo que hace a la conversación. No se trata de que dejes de reunirte con estos jóvenes, sino que también vengas aquí con nosotros, como viejos amigos.
A lo cual repuse:
Por cierto, Céfalo, que me es grato dialogar con los más ancianos, pues me parece necesario enterarme por ellos, como gente que ya ha avanzado por un camino que también nosotros tal vez debamos recorrer, si es uncamino escabroso y difícil o bien fácil y transitable. Y en particular me agradaría conocer que te parece a ti- dado que te hayas en tal edad- lo que los poetas llaman ‘umbral de la vejez’: si lo declaras como la parte penosa de la vida, o de que otro modo.
-por Zeus, Sócrates- exclamó céfalo- te diré cuál es mi parecer. Con frecuencia nos reunimos algunos que tenemos prácticamente la mismaedad, como para preservar el antiguo proverbio; y al estar juntos la mayoría de nosotros se lamenta, echando de menos los placeres de la Juventud y rememorando tanto los goces sexuales como las borracheras y festines, y otras cosas de índole similar, y se irritan como si se vieran privados de grandes bienes, con los cuales habían vivido bien, mientras ahora ni siquiera les parece que viven. Algunos dequejan también del trato irrespetuoso que, debido a su vejez, reciben de sus familiares, y en base a esto declaman contra la vejez como causa de cuantos males parecen. Pero a mi, Sócrates, me parece que ellos toman por causa lo que no es causa; pues si esa fuera la causa, también yo habría padecido por efecto de la vejez las mismas cosas, y del mismo modo todos cuantos han llegado a esa etapade la vida. Pues bien, yo mismo me he encontrado con otros para quienes las cosas no son así. Por ejemplo, cierta vez estaba junto al poeta Sófocles cuando alguien le pregunto: “¿Cómo eres, Sófocles, en relación con los placeres sexuales? ¿Eres capaz aún de acostarte con una mujer?” y el respondió: “Cuida tu lenguaje, hombre; me he librado de ello tan agradablemente como si me hubiera liberado deun amo loco y salvaje”. En ese momento lo que dijo me pareció muy bello y ahora más aun; pues en lo tocante a esas cosas, en la vejez se produce mucha paz y libertad. Cuando los apetitos cesan en su vehemencia y aflojan su tensión se realiza por completo lo que dice Sófocles: nos desembarazamos de multitudes de amos enloquecidos. Pero respecto de tales quejas y de lo que concierne al trato de losfamiliares, hay una sola causa, Sócrates, y que no es la vejez sino el carácter de los hombres. En efecto, si son moderados y tolerantes, también la vejez es una molestia mesurada; en caso contrario, Sócrates, tanto la vejez como la juventud resultaran difíciles a quien así sea.
II ARISTÓTELES
Fragmento tomado de la Ética a Nicómaco de Aristóteles Libro I
Numeración internacional 1095 b –...
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