PLATON LA ALEGORIA DE LA CAVERNA
Ahora ya quiero daros a vosotros, mis jueces, la razón de por qué me resulta lógico que un hombre que de verdad ha dedicado su vida a la filosofía en trance de morir tenga valor y esté bien esperanzado de que allá va a obtener los mayores bienes, una vez que muera. Cómo, pues, es esto así, Simmias y Cebes, yo intentaré explicároslo.
Porque corren elriesgo cuantos rectamente se dedican a la filosofía de que les pase inadvertido a los demás que ellos no se cuidan de ninguna otra cosa, sino de morir y de estar muertos. Así que, si eso es verdad, sin duda resultaría absurdo empeñarse durante toda la vida en nada más que eso, y, llegando el momento, que se irritaran de lo que desde mucho antes pretendían y se ocupaban.
Entonces Simmias se echóa reír y dijo:
-¡Por Zeus, Sócrates, que, aunque no estaba ahora con ganas de reírme, me has hecho reír! Creo, desde luego, que a la gente, de oírte decir eso mismo, le habría parecido que está muy bien dicho respecto a los filósofos -y que recibiría la aprobación de nuestros compatriotas completamente 21- que los que filosofan andan moribundos, y tampoco se les escapa a ellos que son dignos desufrir tal muerte.
-Y dirían la verdad, Simmias, con excepción de que a ellos no les pasa inadvertido. Pues les pasa inadvertido en qué sentido andan moribundos y en qué sentido son dignos de muerte y de qué tipo de muerte quienes son verdaderamente filósofos. Conversemos, pues -dijo-, entre nosotros sólo, mandándolos a los demás a paseo. ¿Consideramos que la muerte es algo?
-Y mucho -dijoSimmias contestando.
-¿Acaso es otra cosa que la separación del alma del cuerpo 22? ¿Y el estar muerto es esto: que el cuerpo esté solo en sí mismo, separado del alma, y el alma se quede sola en sí misma separada de cuerpo? ¿Acaso la muerte no es otra cosa sino esto?
-No, sino eso -dijo.
-Examina ahora, amigo, si compartes mi opinión en lo siguiente. Pues con eso creo que sabremos más de la cuestiónque estudiamos. ¿Te parece a ti que es propio de un filósofo andar dedicado a los que llaman placeres, tales como los propios de comidas y de bebidas?
-En absoluto, Sócrates -dijo Simmias.
-¿Qué de los placeres del sexo?
-En ningún modo.
-¿Y qué hay respecto de los demás cuidados del cuerpo? ¿Te parece que tal persona los considera importantes? Por ejemplo, la adquisición de mantos y calzadoselegantes, y los demás embellecimientos del cuerpo, ¿te parece que los tiene en estima, o que los desprecia, en la medida en que no tiene una gran necesidad de ocuparse de ellos?
-A mí me parece que los desprecia -dijo-, por lo menos el que es de verdad filósofo.
-Por lo tanto, ¿no te parece que, por entero -dijo-, la ocupación de tal individuo no se centra en el cuerpo, sino que, en cuanto puede,está apartado de éste, y, en cambio, está vuelto hacia el alma?
-A mí sí.
-¿Es que no está claro, desde un principio, que el filósofo libera su alma al máximo de la vinculación con el cuerpo, muy a diferencia de los demás hombres?
-Está claro.
-Y, por cierto, que les parece, Simmias, a los demás hombres que quien no halla placer en tales cosas ni participa de ellas no tiene un vivir digno, sinoque se empeña en algo próximo al estar muerto el que nada se cuida de los placeres que están unidos al cuerpo.
-Muy verdad es lo que dices, desde luego.
-¿Y qué hay respecto de la adquisición misma de la sabiduría? ¿Es el cuerpo un impedimento o no, si uno lo toma en la investigación como compañero? Quiero decir, por ejemplo, lo siguiente: ¿acaso garantizan alguna verdad la vista y el oído a loshumanos, o sucede lo que incluso 23 los poetas nos repiten de continuo, que no oímos nada preciso ni lo vemos? Aunque, si estos sentidos del cuerpo no son exactos ni claros, mal lo serán los otros. Pues todos son inferiores a ésos. ¿O no te lo parecen a ti?
-Desde luego -dijo.
-¿Cuándo, entonces -dijo él-, el alma aprehende la verdad? Porque cuando intenta examinar algo en compañía del cuerpo,...
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