PLAY BOY 12 2010

A propósito de la discoteca Play Boy en Popayán:
Una fuga hacia el recuerdo
Guillermo León Martínez Pino

Ventana sobre el cuerpo

La iglesia dice: El cuerpo es una culpa
La ciencia dice: El cuerpo es una máquina.
La publicidad dice: El cuerpo es un negocio.
El cuerpo dice: Yo soy una fiesta.
Eduardo Galeano

Aclaración necesaria
Este recorrido por el imaginario de un sitio como la Discoteca PlayBoy en Popayán, es un
viaje imaginario a través de la piel sonora de la música de salsa, que nos ofrece la posibilidad
del redescubrimiento a partir de recrear las nostalgias del ayer que se fueron. Representa, eso
si, una especie de síntesis del nomadismo juvenil y aventurero; un pretexto tardío de trasegar
hacia una especie de autoconciencia Hegeliana que se transforma en una necesaria yefervescente fuga sin fin. Fuga cuyo horizonte, reside en vencer el reto de la inicial
impotencia del viajero, cuando éste no posee ruta preestablecida, ni brújula orientadora del
camino a trasegar y sus maletas están aún llenas de andrajos y cachivaches difíciles de
ordenar. Dejo la salvedad, entonces, que el relato aquí consignado es siempre la búsqueda
compulsiva del “Yo”, a través de las sonoridadesde una música callejera, estereotipada y
vagabunda, condensación del exquisito mapa multicolor de nuestra piel quebrada y de
nuestro mundo esotérico, irreverente y subversivo.

Un Itinerario Hacia el recuerdo
Sobre las ruinas simbólicas de una ciudad opaca, en los suburbios malolientes donde se
inhalan los vapores descompuestos del trajinar cotidiano de una plaza de mercado, yace
imponente eincólume la sexagenaria imagen de la tumba del goce; otrora majestuosidad del
ritual donde la polifonía humana se daba cita para buscarle el despiste y sacarle el cuerpo al
extinguido presente de una ciudad que se esfuma en la tradición hiperbólica de su existencia
aristocrática. Corre la década de los 70s. y es allí, en ese lugar, hoy paulatinamente
enterrado en el imaginario colectivo, donde quierorevivir mi recuerdo. Pero de ese
enigmático sitio, casi nada subsiste, todo se está extinguiendo; tan solo pervive la vaga
visión de mi nocturnidad trashumante y mis noctambuladas obligadas de adolescente, donde
me liberaba en pasiones y placeres para rumiar las incertezas y miserias de vida. Ese era el

A propósito de la discoteca Play Boy en Popayán:
Una fuga hacia el recuerdo

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Play Boy,lugar del encuentro y la perdición; del recreo afectuoso de las sensibilidades del
alma o del cobro de cuentas de las enemistades del corazón; pero eso sí, lugar al fin y al
cabo, del camuflaje sonoro cuidadosamente envuelto en la magia del sabor, juntando deseos
que la piel y los labios tocan y las manos en su silencio táctil recuerdan.
Desde el ingreso a ese recinto de sonoridades cadenciosas, seavizora y se ejerce, el control
de calidad de los convocados: un hombre robusto, de tez trigueña, fortacho; yace incólume e
insensible en la puerta del túnel que conduce al laberinto pagano de la rumba y el placer. Es
Tarzán, misterioso y paradójico personaje que como en las historietas, imparte orden y
justicia, pero ahora, en la selva imaginaria del desenfrene pasional y frenético de la rumba, eltruquito y el sabor.
Una vez agotado el ritual del “derecho de admisión”, se adquiere el pasaporte de inmunidad,
garantía imponderable y necesaria para ser huésped selecto de la sodomía herética de la
salsa; donde la percusión rítmica y el sonido bestial turba y trastorna el orden de la
racionalidad mundana; los amores idos y presentes se olvidan por un instante en este nicho
convertido en espaciode amnesia colectiva; de alienación quimérica de nuestras deudas del
alma –que a decir de Ruben Blades– nunca se acaban de pagar.
Son las sonoridades magicalizadas instrumentalmente en el piano de los Palmieri, Papo
Luca, Richi y Ray o Harlow; en el trombón inconfundible de Barry Rogers; en el sabor del
montuno hilvanado con un solo de trompeta de chocolate Armenteros; en la voz arrabalera
de...