Pobre Patria Mia

POBRE PATRIA MÍA
José de la Cruz Porfirio Díaz; presente envío mi carta oficial de renuncia el 25 de mayo de 1911, abandono el país el 31 de ese mismo mes, salgo de noche, oculto, con temor a ser descubierto, quien diría que esto terminaría así pero el único capaz de reprocharme algo soy yo mismo, yo mismo, abordo un tren con rumbo a Veracruz en donde me espera un barco alemán para un exiliototal al que decido llamar vacaciones, tal vez para poder engañar a mi mente.
Que es lo que se puede resumir de una vida reducida a recuerdos, ocho baúles, ocho baúles, fueron los empaquetados, ni mas ni menos, toda una vida en ocho baúles, me la he de llevar conmigo antes que intenten pisotearla, cuando estas en el poder te sobran amigos, pero cuando lo dejas puedes darte cuenta de todos losenemigos que tienes. La política suele ser otro sinónimo para la deslealtad, nunca hay amigos eternos.
Durante el camino no hay mas que la incomodidad de una conversación de la que no tienes de que hablar, cuando el otro teme a herirte con algún comentario, mejor el silencio, la incomodidad del silencio, repetido, entre dos personas que no tienen de hablar, de dos personas que se cuidan de decirnada. Me había desmoronado, pero debía permanecer entero. Quien diría que las despedidas siempre son así de dolorosas.
Me voy lejos con mi amada, mi carmelita, una de tantas, una de muchas pero la última, todas mis mujeres han sido distintas pero sin embargo todas son iguales, siempre, es la misma boda. Los recuerdos me invaden, el plan que un día nos llevaría a la silla presidencial, una silla tanhelada hoy vuelve a mí. Siento como si un animal me hiciera su presa, me ataca, me despedaza, no me deja vivir, pero tampoco morir.
Me duele recordar, pero la verdad es que no olvido. No me despego de la sensación de estar en laberinto sin salida en mi cabeza, en mi propia cabeza.
En uno de mis viajes para ir a ver a Napoleón, (uno de mis mas grandes inspiradores) soy condecorado, la espada deNapoleón, que gran orgullo, enmudezco, ese es mi mejor homenaje, cualquier cosa dicha, lo hubiera alterado todo. Como siempre, reporteros, me invaden, me hacen preguntas a cerca de mi México, como si quisieran recordármelo, como si quisiera recordar el tremendo castigo que estoy obligado a realizar, como si quisiera recordarlo, la verdad es que no quiero, pero es en lo único en lo que pienso, en misbatallas, en la guerra, en mi infancia, en Oaxaca, en mi Oaxaca, en mi madre, en el sacerdocio, en toda mi vida, les respondo, pero trato de evitarlos, cada que charlo con los gringos es como charlar con un mono, iguales que un mono, solo sonríen, solo sonríen.
Se que uno puede seleccionar lo que quiere recordar, pero en mi caso no es así, lo único que me viene a la mente es mi México, miensangrentado México, (salen lagrimas sin voluntad)
Y sigo recordando, que pasa si en verdad nunca regreso a México, si muero en Paris, es algo que me aterra, que me perturba, que me molesta, se lo expreso a Carmelita pero parece no entenderme, trato de hacerle ver la realidad, mi realidad, pero es inútil, los dos estamos en situaciones diferentes, ella añora sus amistades, tal vez mas de lo que susamistades a ella, pero la melancolía es igual, a ambos nos carcome el alma.
Llego a París, me siento un poco mas en casa, un poco mas a salvo. Pero este sentimiento es pasajero, Justo Sierra, mi amigo, mi acompañante inseparable y apoyo en las peleas, aquel que creía en el poder de los libros, antes que en el de los rifles muere, peo nunca muere solo un gran hombre.
Y ahí estoy de nuevo enMéxico, en mi México, en la fiesta del centenario a lado del Ángel de la Independencia en Reforma, dispuesto a saludar a todo el que llegase a la ciudad, para que supiesen que éramos libres, que éramos soberanos.
Pero despierto, y sigo aquí, en un viaje de olvido y perdón.
Nuevas noticias, y yo al parecer me encontraba renegado contra estas, me les escondía, les huía, pero ahora todo había...