Pobreza En Bogota
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
Correo
UNESCO
de la
2008 • Número 9 • ISSN 1993-8616
Derechos humanos: un camino de abrojos
Obra expuesta en la UNESCO (septiembre de 2008). © UNESCO/Michel Ravassard
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Fotografía reproducida con el amable permiso de la galería Xavier Hufkens (Bruselas, Bélgica). “Habitación” (1996), AntonyGormley (Reino Unido).
© Antony Gormley
Sumario
Tema central
Derechos humanos y dignidad del individuo Los derechos humanos son inalienables e indivisibles Captar la esencia de la ausencia Las ideologías en pugna con la historia España: el pacto de silencio La cuarta dimensión
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Especiales
Foto principal: La memoria, factor clave para el respeto de los derechos humanos.© UNESCO/Ariane Bailey
De actualidad: Hacia un pacto interhumano Homenaje: Restituir a África su dignidad
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Próximo número: El Correo de la UNESCO va a festejar sus 60 años
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El Correo de la UNESCO • 2008 • Número 9
Derechos humanos y
DigniDaD Del inDiviDuoSesenta años después de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos, ¿cuál es la situación real de la dignidad de la persona y del respeto de los derechos humanos en un mundo donde millones de seres padecen de la pobreza? Defender las ideas y misiones enunciadas en la Declaración exige luchar contra la pobreza.
Pierre Sané, Subdirector General de Ciencias Sociales y Humanas de laUNESCO
T
odos los textos internacionales relativos a la protección de los derechos humanos tienen por base el principio de la dignidad humana, tal y como se define en el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos. A menudo, este principio se entiende no tanto en función de cuanto lo enriquece y honra, sino en función de todo aquello que atenta contra él y lo viola. Esto es así, sinduda, porque surgió en el contexto sumamente especial del periodo inmediatamente posterior al Holocausto y los crímenes de la máquina de matar nazi. La afirmación rotunda de una dignidad común de todas las personas es la simiente del primero y más célebre de los artículos de la Declaración: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón yconciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Pero la igual dignidad de todos los seres humanos no sólo entraña derechos, sino que constituye ante todo un llamamiento a la acción, la vigilancia y la prevención. El reconocimiento de la dignidad de uno mismo entraña el deber de reconocérsela a todos, por lo cual la dignidad no puede existir si no va a acompañada de unasolidaridad y fraternidad auténticas. Sesenta años después de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos, ¿qué ocurre con el respeto
de la dignidad y la integridad de la persona, las dos raíces de los derechos humanos? Debemos reconocer que hoy en día la mitad de la humanidad no goza, ni siquiera en lo más mínimo, de una justa consideración de su identidad y condición, pese a losnotorios progresos realizados a nivel internacional en ámbitos tan importantes como la lucha contra la tortura, la sanción jurídica de la violencia contra las mujeres y el reconocimiento de los derechos de los refugiados y emigrantes. La pobreza que aflige atrozmente a miles de millones de personas constituye a todas luces una violación de los ideales de la Declaración y pone en tela de juicio laaplicación real de su Artículo 28, que proclama lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos”. Defender las ideas y misiones enunciadas en la Declaración Universal de Derechos Humanos significa, ante todo, luchar contra la pobreza, ese fenómeno tentacular...
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