Pocos Suicidas

Pocos suicidas
Carlos Rehermann

El suicidio es un asesinato que afecta demasiado al que lo comete. En términos de crimen y castigo se trata de una situación muy decepcionante. El acto criminal y el castigo son indiscernibles, lo cual, para un lector, es malo, pero para un escritor es trágico. Se trata de algo estrictamente inenarrable, y el motivo se explica en pura aritmética. Narrar ocontar es hacer un recuento de acciones. Si entre el crimen y el castigo hay espacio donde quepan objetos computables, entonces puede haber narración. En el suicidio ese espacio se vuelve infinitesimal y no deja lugar para la narración.
Los policiales comenzaron victorianamente como construcciones enigmáticas y fueron derivando hacia redundancias carniceras, pero siempre hay dos acciones claramentediferenciadas: crimen y castigo. Los culpables van presos o mueren, y en la versión cínica del castigo, se salen con la suya y siguen vivos, a veces, para peor, enriquecidos gracias a su crimen.
El relato da cuenta del espacio entre ambas acciones.
El edificio más espléndido jamás construido en el espacio que hay entre el crimen y el castigo es el que levantó Sófocles en Edipo Rey, que fundó yclausuró el género. Su edificio es como una catedral del siglo XIII: obtura cualquier posible desarrollo: el investigador es el culpable.

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Pero si el crimen fue un suicidio, no hay espacio que llenar entre crimen y castigo y por lo tanto no hay relato posible. Empieza y termina en el mismo instante. Para poder narrar y sortear la falta de lugar entre el crimen y el castigo, Martin Amisabrió un espacio artificial en “El tren de la noche”, una novela escrita como si fuera un policial: el espacio es el que hay entre las vidas de dos personajes que no son lo que parecen. Los amantes del género policial hacen bien en aborrecer de este libro. El motivo es simple: si fue suicidio, todo el discurso cae, era mentira o inútil, porque el castigo ya ocurriío. Si fue asesinato, lainvestigadora fracasó, y no hay castigo; en este caso, tampoco hay narración porque no hay final para el recuento. Al final de tantas dudas acerca de si la muerte fue suicidio o asesinato, uno termina encontrando alguien a quien odiar: el autor.

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Autor es una palabra, por lo demás, llena de interés. Fuera del campo del arte, uno sólo puede ser autor de un crimen. Nadie es autor de un heroicosalvamento de un bebé atrapado en un incendio.
Un suicidio, en tanto asesinato, tiene, según el derecho, un autor. Uso la palabra asesinato pensando en su origen ritual y cannábico: aquellos fanáticos, esbirros del Viejo de la Montaña, mentados por Marco Polo, que, obnubilados por el hashish, mataban sin pensar en las consecuencias. Viene al caso, porque dentro del género policial laculpabilidad ha perdido un poco de sentido. Pero cuando hay un asesinato, aunque no haya culpables evidentes, por lo menos hay un autor. Por eso traigo aquí a los hashashim, que, por cierto, no se consideraban culpables; seguían las instrucciones de un sabio y además se ganaban el paraíso.
El crimen que se comete en el suicidio no está en el acto del asesinato, sino después, y las víctimas son quienesquerían al suicidado. El suicidio es un crimen continuo —parecido al de la desaparición que perfeccionaron nuestros señores gobernantes de los años setenta—, que se sigue cometiendo mientras las víctimas no descifren el acertijo que plantea. El suicidio es una inscripción formada por los hechos, los objetos y los mensajes que lo rodean. La inscripción se lee con una atención y un abandono a lalectura que ningún texto podría lograr jamás. Contiene el único misterio digno de ese nombre.
Leer es leer un suicidio. Todo lo demás es dejar pasar letras bajo la mirada.
El espacio es muy estrecho, es infinitesimal, pero ahí está todo el sentido. Leibniz y Newton nos enseñaron que se puede sumar cosas infinitamente pequeñas, indiscernibles de la nulidad, y obtener como resultado un número,...