Poder y Política



Poder y Política: Una querella de la teoría y la praxis

Existe desde antaño, en la amplia tradición filosófica, una dualidad constante e ineludible que aun en estos tiempos tiene total vigencia. La conocida dicotomía que abarca los campos del conocimiento humano consiste en la inclinación hacia el saber teórico (Theoria) y la otra hacia su racionalidad práctica (Praxis). Dicha dualidad,sobre todo la que se refiere al aspecto contemplativo, en la mayoría de ocasiones no encuentra su asidero en el campo de la experiencia en el momento de su aplicación. Dentro de los postulados generales u axiomas que presenta la teoría, prescindiendo de su aplicabilidad, a primera vista pueden parecer perfectos en su estructura; pero al trasladar dicho conocimiento a su aspecto fáctico, losresultados suelen ser bien distintos. Obviamente esta afirmación puede resultar problemática, pues se estarían negando los evidentes avances que la ciencia desde su teoría ha realizado paulatinamente. No obstante, aun en la ciencia misma, cuando se hacen efectivas sus teorías, muchas veces éstas se ven sometidas a ciertos replanteamientos y revisiones para encontrar su adecuada objetividad1. Mas lacuestión que aquí se pretende desarrollar no tiene nada que ver con los problemas que tiene el método científico en las llamadas ciencias exactas. El problema al que se apunta son las relaciones de la teoría y la praxis en el campo de la filosofía política (moral); cuestión que por lo demás resulta capital dentro de los problemas contemporáneos en las ciencias humanas.
Es bien sabido que la relaciónde las teorías políticas, con su aplicabilidad en el terreno práctico, muchas veces no se adecuan a lo verdaderamente requerido en una sociedad. Además, puesto que el objeto y el sujeto de su investigación es el mismo hombre, la tarea suele dificultarse aún más; pues, ¿Cómo adecuar la totalidad de las voluntades a un fin e interés común? La teoría de la acción aristotélica se hizo esta pregunta;lo mismo que hombres como Rousseau, Hobbes, Kant, entre otros. La República de Platón, por ejemplo, es “tan perfecta”, que si uno de sus constituyentes no ejerce la función “que por naturaleza” tiene delegada, todo su gran sistema se vendría abajo; pero ¿Puede pensarse tal República en una verdadera sociedad; o debemos admitir forzosamente que el planteamiento de platón se encuentra fuera de todocontexto? La ética tautológica de Maquiavelo, o el Leviatán de Hobbes que regula las relaciones entre los hombres para que no se destruyan unos a otros ¿Son ciertamente los modelos que deben regir a una sociedad? ¿Pueden aplicarse verdaderamente principios como la justicia, la equidad, la igualad; o tal vez sólo son inscripciones formales? Si se piensa la sociedad, estas cuestiones que salen alpaso no se pueden soslayar de ninguna manera, más aún si lo que se busca es la estabilidad política dentro de los pueblos, o de una comunidad en particular. No carecen además de pertinencia y no presentan ningún tipo de anacronismo así sean obras pensadas en una sociedad y tiempo determinados, pues, como se dijo, su objeto es el hombre y su corazón a través de las edades siempre es el mismo.Antiguamente2, la relación del hombre frente al Estado estaba determinada por un modelo esencial que abarcaba la totalidad de los aspectos de la vida humana. El conocimiento de sí mismo, máximo imperativo que todo hombre apropiaba, era la finalidad que se buscaba. ¿Qué traía consigo dicho mandato? La preocupación por sí mismos, era ante todo un ejercicio que no sólo tocaba el campo de espiritual ycontemplativo del hombre, allí también se implicaba la vida práctica como elemento esencial de dicha preocupación. Conocerse a sí mismo era reconocer la procedencia del linaje divino que se había perdido, pero que en dicho ejercicio se recuperaba aquella naturaleza. Familiarizarse con esta idea era sin más, actuar en consecuencia con lo más excelente que en el hombre podía haber: la Virtud, el Bien,...