poemas de Guanajuato
Otoñal
CALIÉNTAME TÚ AÚN, SOL DE MI TARDE, y en mi sellado corazón derrama el oro de tu lumbre, porque en tu lumbre se derrita y arda, porque en tu lumbre el corazón avive su puñado de brasas y duerma al fin, cuando la noche llegue, soñando que tu luz dora ytraspasa, flechas de eterno sol, piedra, paisaje y alma. La puerta
¡CÓMO EN LO OSCURO, CADA VEZ MÁS TRISTE, se va quedando sola, cerrada para siempre, la doble cárcel muda de la puerta! ¡Cómo en la estéril libertad del aire,en la clausura ciega de la estancia porfiada y taciturna, la dividida rosa de mi vida vanamente golpea!
Vanamente, sola y sin soledad, hasta que el corazón, único ya y desnudo al fin, aprenda la inmóvil plenitud quehabrá de abrirle, a solas y en lo oscuro, la rosa verdadera. Esperanza
AGUARDO TODAVÍA; aguardo aún, alta de hogueras y de signos, dócil de llanto y de preguntas ciegas. Aguardo en esas horas oscuras y secretas cuando en la carne unángel negro ofrece testimonios de heridas infalibles, y entre emplazada muerte y predicción de auroras una aciaga vendimia de arenas y ataúdes las sienes extasía.
Cuando los nombres duelen como un muro de gritos y fantasmas terribles y en la tierra vencidade los hombres sin alas aran lentas, unánimes espinas, la noche y el silencio. Aguardo aún, endeble caña en éxtasis, de pie sobre mis ruinas.
Porque escucho la isla
solitaria y distante del reposo crecer como remanso de nubes amantísimas entre el sueño y el alba.Y la oigo crecer y levantarse, relámpago de playas, y diestra en llanto y sales a socorrerme con la fresca merced y el refrigerio de un ala sosegada. Este sueño insumiso
ELLA, LA OTRAQUE ME HABITA, la que vela, loca, ataúdes vacíos y dice palabras que yo ignoro; la que su duro cautiverio exalta con fiero don de lenguas y en el pecho, ejército de heridas, lecombaten el sueño y la tormenta; la que puede llorar aún cuando yo callo, ella, la mujer que me habita, ciega sufre mientras yo la miro con mi rostro prestadoy mis ojos discípulos fieles de las piedras. y yo le digo: “Quedémonos aquí; dura milicia, interminable guerra son sólo nuestros días, puerta de polvo el corazón sin ecos. Quedémonos aquí, ya quietas,...
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