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A la que es demasiado alegreA la una de la mañanaA Theodore de BanvilleA una transeúnteAbel y CainAl lectorAlegoríaBendiciónCada cual, con su quimeraCielo neblinosoCondenaciónConfesiónCorrespondenciasEl albatrosEl alma delvinoEl amor engañosoEl amor y el cráneoEl bello navíoEl crepúsculo matutinoEl enemigoEl extranjeroEl fin de la jornadaEl gatoEl glotónEl juguete del pobreEl leteoEl loco y la VenusEl mal monjeEl mal vidrieroEl pastelEl perro y el frascoEl relojEl solEl surtidorEl viejo saltimbanquiEl vino de los amantesEl vino del solitarioElevaciónEpígrafe para un libro condenadoLa BeatrizLa cabelleraLa campanahendidaLa desesperación de la viejaLa destrucciónLa invitación al viajeLa mala suerteLa máscaraLa metamorfosis del vampiroLa muerte de los amantesLa muerte de los artistasLa muerte de los pobresLa musa enfermaLa «mujer salvaje» y la queriditaLa musa venalLa negación de san PedroLa plegaria de un paganoLa vozLas dos buenas hermanasLas joyasLas muchedumbresLas viudasLetanías de SatánLos dones de lashadasLos farosMe gusta recordar esas desnudas épocas...Mœsta et errabundaMujeres condenadasOrgulloPaisajePerfume exóticoProyecto de epílogoPuesta de sol romántica¿Qué dirás esta noche...RecogimientoReversibilidadSobre «El Tasso en prisión»SpleenSueño de un curiosoSueño parisienseTristezas de la lunaUn graciosoUn hemisferio en una cabelleraYo amo el recuerdo...Charles Baudelaire..InformaciónbiográficaA la muy querida, a la muy bellaA la que es demasiado alegreA la que pasaAlegoríaCorrespondenciasDe esos ojos tan tiernos y fervientesEl albatrosEl balcónEl enemigoEl extranjeroEl hombre y la marEl relojEl vino de los amantesEl yo pecador del artistaEl perfumeEl vampiroEmbriáguenseInvitación al viajeLa bellezaLa desesperación de la ancianaLa destrucciónLa estérilLa fuente de sangreLa pipaLaserpiente que danzaLos gatosMadrigal triste¿Qué dirás esta noche?RecogimientoRemordimiento póstumoSoneto de otoñoSpleenTe adoro igualÚltimos suspiros de un parnasianoUn hemisferio en una cabelleraVen a mi pecho, alma sorda y cruel¿Vienes del cielo profundo o sales del abismo
A la muy querida, a la muy bellaA la muy querida, a la muy bella Que llena mi corazón de claridad,Alángel, al ídolo inmortal,¡Salud en la inmortalidad!
Ella se extiende en mi vidaComo un aire impregnado de sal,Y en mi alma no saciadaDerrama el sabor de lo eterno.
Saquito siempre fresco que perfumaLa atmósfera de un reducto querido,Incensario olvidado que echa humoEn secreto a través de la noche,
¿Cómo -amor incorruptible-Definirte con acierto?¡Grano de almizcle que yaces, invisible,En el fondo demi eternidad!
A la muy buena, a la muy bella,Que constituye mi alegría y mi salud,Al ángel, al ídolo inmortal,¡Salud en la inmortalidad!A la que es demasiado alegre
Tu cabeza, tu gesto, tu aireComo un bello paisaje, son bellos;Juguetea en tu cara la risaCual fresco viento en claro cielo.
El triste paseante al que rozasSe deslumbra por la lozaníaQue brota como un resplandorDe tus espaldas y tusbrazos.
El destelleante coloridoDe que salpicas tus tocadosHace pensar a los poetasEn un vivo ballet de flores.
Tus locos trajes son emblemaDe tu espíritu abigarrado;Loca que me has enloquecido,Tanto como te odio te amo.
Frecuentemente en el jardínPor donde arrastro mi ironía,Como una ironía he sentidoQue el sol desgarraba mi pecho;
Y el verdor y la primaveraTanto hirieron mi corazón,Quecastigué sobre una florLa osadía de la naturaleza.
Así, yo quisiera una noche,Cuando la hora del placer llega,Trepar sin ruido, como un cobarde,A los tesoros que te adornan,
A fin de castigar tu carne,De magullar tu seno absueltoY abrir a tu atónito flancoUna larga y profunda herida.
Y, ¡vertiginosa dulzura!A través de esos nuevos labios,Más deslumbrantes y más bellos,Mi veneno inocularte,...
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