politica
Historia mundial y crítica
Enrique Dussel
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COLECCIÓN ESTRUCTURAS Y PROCESOS
Serie Filosofía
© Editorial Trotta, S.A., 2007, 2009
Ferraz, 55. 28008 Madrid
Teléfono: 91 543 03 61
Fax: 91 543 14 88
E-mail: editorial@trotta.es
http://www.trotta.es
© Enrique Dussel, 2007
ISBN(edición digital pdf ): 978-84-9879-103-7
PRÓLOGO
En este relato nos proponemos, de manera parcial (porque no se intenta
una descripción completa, hoy todavía imposible), inicial (porque son
sólo hipótesis de trabajo), indicativa (que debe seguir siendo desplegada
todavía por mucho tiempo) o como la propedéutica de un proyecto para
varias generaciones por venir, de-struir —en el sentidoaproximado al
heideggeriano1—, exponer una posible historia de la política, la historia
de los pueblos, que son los actores políticos, y el pensamiento (en sentido lato) o la filosofía política (en sentido estricto) que los ha inspirado.
Por lo general estas historias, aun las más afamadas y recientes, siguen
dentro de ciertos marcos que las limitan. Romper estos marcos, aunquepropedéuticamente, es el propósito primero, frontal de esta historia. Los
límites que deseamos romper, de-struir, de-construir, para formular un
relato sobre nuevas bases (no para simplemente re-construir), es decir,
des-estructurar para componer el relato desde otro paradigma histórico,
son los siguientes:
El primer límite a superar es el helenocentrismo de las filosofías políticas en boga. Todas comienzansiempre en Grecia. Cuando se habla de
demo-cracia se olvida que demos significa en egipcio «aldea»; no es una
palabra griega ni «indoeuropea» —si es que esta lengua existe, lo cual
hoy está puesto en duda, como veremos—. Cuando se habla de díke, la
justicia, se olvida que su etimología es caldea y procede del acadio duku,
semita entonces. Y así podríamos de-struir, de-construir una por una laspalabras más técnicas, más fundamentales de la política griega, que tiene
su origen en el mundo egipcio y mesopotámico, fenicio, semita, de la
Edad del Bronce, del iii y ii milenio a.C., en el territorio que posteriormente ocuparán como invasores bárbaros los griegos.
El segundo límite a superar es el occidentalismo de las filosofías políticas, que no advierten la importancia del Imperioromano oriental, de
Bizancio o Constantinopla. Además, se pretende olvidar que el Renacimiento italiano fue el fruto del exilio de los griegos que abandonaron
su ciudad capital tomada en 1453 por los turcos. En 1456 comienzan
las traducciones de Ficino en Florencia, ¡qué casualidad! Y de la misma
manera, la gloria de Florencia y de Maquiavelo habrá que colocarla en
su lugar con respecto al modelodel Estado moderno que se presagia en
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POLÍTICA DE LA LIBERACIÓN
el mundo bizantino, en Venecia o Génova, ciudades ambas comercial,
cultural y políticamente «orientales» del Mediterráneo (es decir, parte
del mundo bizantino).
El tercer límite es el eurocentrismo de las filosofías políticas, que
olvidan por desprecio e ignorancia todo lo alcanzado práctica o políticamente por otrasculturas, también en la teoría. No se estudian en política
las altas culturas egipcias, mesopotámicas, en especial la tan política y
estratégica cultura del Imperio chino, del Indostán y del islam, e igualmente, como latinoamericanos, la política de los reinos aztecas, mayas e
incas, por ejemplo. El orientalismo despectivo campea todavía.
Un cuarto límite que se intenta superar en esta historiaes la periodificación organizada según los criterios europeos de la filosofía política
(aquella ideológica y eurocéntrica manera de organizar en el tiempo la
historia humana en Edad Antigua, Medieval y Moderna, por ejemplo).
Todo esto puede por ahora ser superado en parte, pero todavía nos faltan estudios monográficos suficientes. De todas las maneras, intentaremos proponer una nueva visión...
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