Politicas publicas
Hace cinco años, con el apoyo de la Consejería de Economía de la Junta de Andalucía,
al Instituto de Desarrollo Regional se le presentó la oportunidad de abrir una nueva
línea de trabajo en materia de Evaluación de Políticas Públicas. Las páginas que siguen
son fruto del esfuerzo colectivo de un grupo de trabajo en el que han participado más
de quince jóvenes investigadoresandaluces. Algunos de ellos orientaron su
especialización en este nuevo campo, al que han elegido como centro de atención de
sus tesis doctorales o de trabajos de investigación diversos; otros completan su
formación en centros europeos y, entre todos, componen un equipo que cuenta ya con
buena reputación.
He de confesar que, en un primer momento, éramos bastante escépticos en cuanto a
lapotencialidad investigadora y analítica de la nueva línea. En efecto, pensamos que
podría tratarse de una mera cuestión de modas, y dudábamos a la hora de encajar las
técnicas de evaluación en el contexto de la investigación científica. Pese a todo, aceptamos
el reto de constituir un equipo que se formase en el manejo de las técnicas y
que --a partir de la revisión de las mismas y de la ya muy ampliabibliografía europea
y americana-- fuese capaz de elaborar una metodología, propia en alguna medida, para
evaluar ex-ante programas de actuación pública.
Es decir, apostamos por considerar, de manera ciertamente pretenciosa (¿qué investigador
no debe serlo a priori?), que la evaluación, añadida a la planificación, uniendo
racionalidad y ética, nos permitiría dar un paso desde la lógicatécnico-económica a la
moral equidistributiva y contribuir también a la recuperación de la economía como
ciencia social, dentro del orden democrático basado en el control presupuestario del
gasto público.
Además, poco a poco se iba consolidando, en el que entendemos como Nuevo Marco
Institucional de Desarrollo de las Economías, el proceso de descentralización del
poder "hacia arriba" y "hacia abajo".En nuestro caso, hacia Bruselas (sede del poder
supranacional, de la Unión Europea) y hacia Sevilla (sede del poder regional, de la
Junta de Andalucía), lo que evidenciaba la necesidad de la evaluación como instrumento
de control financiero y de legalidad. Pero también, y sobre todo, como
herramienta para racionalizar la toma de decisiones públicas, generadora de información
y, por qué no,como elemento determinante en la que, a nuestro entender, es una
auténtica e inaplazable reforma/revolución de las administraciones públicas.
Porque los administrados tienen derecho a que se haga el mejor uso posible de los
recursos que previamente les han sido detraídos, así como a participar en los procesos
de toma de decisiones sobre el empleo de los mismos. La nueva intervención pública
sólose legitima con eficacia y con transparencia. Ello, a su vez, requiere un cambio
de actitud general para promover la creación de una "cultura evaluadora" tendente a
conseguir que los agentes políticos, económicos y sociales entiendan la evaluación
como un instrumento de mejora en la planificación económica y, consecuentemente, de
transparencia democrática, introduciendo las mayores dosisposibles de racionalidad
en la toma de decisiones y evitando la posibilidad de ser utilizada como "arma
arrojadiza" y/o "argumento triunfalista" en función de la posición del agente que haga
uso de los informes evaluatorios.
Con ello se cerraría el círculo que sitúa a la evaluación como un elemento útil para el
desarrollo y aplicación de las políticas públicas, y también como ámbito deinvestigación que contribuya a reorientar el papel social de la ciencia económica desdibujado
tras los excesos de las últimas décadas.
Todas estas cuestiones nos ponen en la pista del verdadero y último sentido de la
evaluación, justificando la intervención pública dentro del inevitable nuevo papel del
Estado en la Sociedad y, a tal fin, aquella resulta una magnífica herramienta. De
hecho, en el...
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