Polla
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MATAR A JOHNNY FRY
Para ti.
ÍNDICE
Matar a Johnny Fry 4
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 196
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Matar a Johnny Fry
Decidí matar a Johnny Fry un miércoles, aunque tuve motivo para ello desde la semana anterior. Casi me avergüenza mi decisión de quitarle la vida a una persona. Fue de lo máspedestre, la verdad.
Todo comenzó el día en que almorcé con Lucy Carmichael en el Petit Pain Café de Amsterdam, cerca de la esquina con la Calle 80. Lucy quería enseñarme su book, porque tenía la esperanza de que yo pudiera ponerla en contacto con Brad Mettleman, un agente relacionado con diversas galerías de arte al que le encantaba beneficiarse de las jóvenes de cabello pajizo y ojos azules.Había conocido a Lucy en un congreso de traductores comerciales del francés. Estaba allí con su madre. La señora Helen Carmichael era una importadora de telas que en aquellos momentos necesitaba que alguien le echara una mano con la lectura de la correspondencia que recibía de diversas naciones del África francófona. No estaba dispuesta a pagar siquiera una tarifa tan baja como la mía, pero suhija era una belleza, así que le estuve hablando de las posibles alternativas, de contratar a algún estudiante universitario que le hiciera las traducciones, a la vez que miraba de reojo a aquella joven adorable.
Al cabo de un rato resultó que Lucy, la hija, acababa de regresar de Darfur, donde había hecho fotografías de niños que se estaban muriendo de hambre. Le di a entender, de pasada, quehabía trabajado para Brad Mettleman.
—¿El agente que lleva a algunos fotógrafos? —dijo Lucy—. Lo he visto una vez. Nos hizo una visita, nos dio una lección informal en mi clase de Empresa Artística, en la Universidad de Nueva York. Me encantaría ponerme en contacto con él. Es importante que el público norteamericano llegue a ver con sus propios ojos qué les sucede a aquellas personasprecisamente en estos momentos.
—Estaría encantado de presentártelo —dije.
No era mi intención, pero Lucy se quedó con mi número y me invitó a acompañarla con sus padres a una inauguración en una galería aquella misma noche.
Cuando nos despedimos, Lucy me plantó un beso en la mejilla, justo en la comisura de la boca.
Yo sabía que a Brad le iba a encantar. Era de complexión ligera peroestaba bien formada, y tenía una melena rubia que recordaba un día de sol. Sus ojos azules eran severos, como su rostro en general, lo cual, en una chica guapa como ella, daba una impresión de apasionada intensidad.
Digo que Brad se beneficiaba de las jóvenes, pero las mujeres en las que estoy pensando al decirlo nunca se quejaron. Yo, desde luego, había ido a almorzar con Lucy porque erarubia y porque era guapa. Tenía la costumbre de ponerte la mano en el antebrazo y de mirarte a los ojos cada vez que te hablaba.
Mientras repasaba las fotografías de los niños de Sudán, estaba pensando en el beso con que se despidió de mí cuando la acompañé a tomar un taxi para regresar al East Village o a Dumbo o a la comunidad de artistas en la que estuviera viviendo.
—La política y elarte son inseparables —dijo la joven mientras yo pasaba una por una las hojas rígidas donde estaban representados el sufrimiento y la muerte.
Aquellos niños de ojos enormes parecían haber rebasado todo poder de recuperación que pudiera quedarles dentro. Me pregunté cuántos de aquellos huérfanos sudaneses aún estarían vivos. También me pregunté por qué no parecía importarme qué destino hubiesencorrido. Era sin lugar a dudas espantoso lo que estaba ocurriendo en Darfur. Los niños se morían por estar privados de lo indispensable para cubrir sus necesidades más elementales. Se hallaban desplazados de su lugar de origen, se hallaban esclavizados, eran violados, asesinados en masa. Pero lo que me llegó al corazón fue la expectativa de un húmedo besito de Lucy Carmichael en la comisura de la...
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