Populismo y corporativismo en méxico

POPULISMO Y CORPORATIVISMO EN MÉXICO

ALBERTO CHÁVEZ SEVILLA*

s común considerar que el populismo es algo ajeno a la democracia y al espíritu republicano. Regularmente se define el populismo en relación con una idea de la democracia, con un tipo de régimen o un ideal político. En términos políticos se le asocia con el autoritarismo, es por eso que se rechaza y se denuncia. Se trata, nos dicePierre-André Taguieff, “de un término deslegitimador. Cualquier doctrina, movimiento o gobierno considerado cuestionable, despreciable o hasta intolerable es rotulado como ‘populista’” (Taguieff, 1996: 30). Sin embargo, el populismo no necesariamente encarna un tipo particular de régimen político ni define un contenido ideológico determinado. Más que corresponder a un fenómeno marginal, estáinscripto o asociado al funcionamiento real de todo espacio comunitario. De acuerdo con Ernesto Laclau, el populismo es “una dimensión de la cultura política que puede estar presente en movimientos de signo ideológico muy diferentes. Es considerado simplemente como un modo de construir lo político” (Laclau, 2005: 11). Sin duda alguna, el populismo es uno de los rasgos que han conformado la política yla cultura política mexicana, a lo largo de su historia. Fernando Escalante, en su obra Ciudadanos imaginarios ha analizado ampliamente este fenómeno. Él comenta que durante el siglo XIX, “las comunidades campesinas mantuvieron siempre las huellas de su origen: como repúblicas (de indios) y como pueblos habían tenido durante la colonia un amplio margen de autonomía, del que derivaban su cohesión ysu fuerza política” (Escalante, 1992: 59). En su conducta política, los campesinos buscaban y preferían los vínculos personales con hacendados o caciques, con quienes podían mantener relaciones de reciprocidad. Y por esta misma lógica, el Estado, liberal republicano, solía aparecer más como amenaza que como garantía. Los campesinos participaban en la política nacional, no obstante, lo hacían a sumanera: sin actitudes cívicas, sin entusiasmo partidista y, sobre todo, obedientes sólo a sus líderes y autoridades tradicionales. Algo similar sucedía con los hacendados, quenes tenían una idea propia acerca del orden político necesario; era un orden hispanista, católico,
*

E

Doctor en Ciencias Sociales, profesor investigador del Departamento de Estudios sobre los Movimientos Sociales dela Universidad de Guadalajara.

ACTA REPUBLICANA POLÍTICA Y SOCIEDAD AÑO 7

■ NÚMERO

7 ■ 2008

47

autoritario, paternalista. Su dominio informal clientelista, se avenía mal con cualquier idea de Estado, con cualquier aparato institucional de vigencia efectiva. En cuanto a la clase política Fernando Escalante dice que ésta era una élite, pero en modo alguno una aristocracia, nisiquiera una oligarquía. Porque no eran los políticos grandes propietarios hacendados o negociantes, sino hijos de una “clase media” por lo general urbana. Los políticos, conservadores o liberales, eran por definición, arribistas: ignorantes y deshonestos. El prejuicio popular daba por sentado que los políticos —ambiciosos, inescrupulosos, hambrientos— buscaban sólo enriquecerse a costa de los demás.Dentro de sus límites, las relaciones familiares, de compadrazgo, de amistad, formaban redes ajenas incluso a las definiciones partidistas. En cada ministerio, en los gobiernos estatales y locales, la lógica se reproducía, formando pequeñas o grandes cadenas de clientelas, gestionadas por intermediarios. Sobre esta trama, comenta Fernando Escalante, se asentaba la política y el orden moral, que noera compatible con la tradición republicana, porque era demasiado difícil concebir un “interés público” que estuviese más allá de los intereses particulares; que no era liberal, porque nadie quería el imperio intransigente de la ley; que no era democrática porque la participación real no cabía en las formas institucionales. En pocas palabras, no había firmes compromisos ideológicos, ni virtudes...