Por Curiosidad

CAPÍTULO PRIMERO

Al entrar, Leonel encontró a su padre más temprano que de costumbre. En el reclinable, tumbado con la cabeza echada hacia atrás, Antonio Villanueva parecía dormido. Leonel dejó caer los libros sobre la mesa despertando a su padre con el ruido. — ¿Qué hora es Leo? — Las cuatro, ¿qué haces aquí tan temprano pá? — Espero a tu tío Alberto, dijo que vendría a las tres y media. -luego dirigió entonces la vista a la mesa ¿Y esos libros? — Un trabajo de filosofía que debo hacer, vengo de la biblioteca, - respondió. En ese momento se escuchó la campana de la puerta y el muchacho fue a abrir. — ¡Hola tío!, pasa. — ¡Qué tal Leo!, ¿y tu papá? — ¡Aquí! - se escuchó el grito desde la estancia. Alberto Villanueva fue hacia donde estaba su hermano mientras Leonel recogió sus librospara dirigirse a su habitación. Los hermanos se saludaron. — Y bien, ¿para qué me llamaste, qué te ocurre? - preguntó Alberto. — Siéntate, necesito hablar contigo. Alberto se sentó en el sofá frente a su hermano, cruzó las piernas y extendió los brazos sobre el respaldo del mueble. — Te escucho. Antonio se sobó el mentón mientras acertaba como iniciar. Al cabo de unos segundos empezó a hablar. —Tengo un problema con el que no me había enfrentado nunca antes en mis 20 años de ejercer la ginecología. Deseo comentártelo porque creo que tu opinión puede serme de gran ayuda para tomar mi decisión. — Si se trata de ginecología, dudo mucho que pueda serte útil - dijo Alberto, con escepticismo- recuerda que soy biólogo. — Lo sé, - sonrió su hermano -, pero debido a tu profesión, quizá tengasinformación sobre lo que se haya establecido como norma para estos casos. — ¿Te refieres a la bioquímica? — Precisamente, a la bioquímica - ratificó Antonio -; si no hubiera sido por los alcances de la bioquímica, en particular de la genética molecular, seguramente no tuviera este dilema. Alberto miró con extrañeza a su hermano, sin decir palabra, tan sólo con su expresión pedía una aclaración. Antoniosin duda advirtió la inquietud de su interlocutor. — Obviamente estás enterado sobre las nuevas técnicas bioquímicas para realizar pruebas genéticas en las personas aún antes de nacer. — ¿Te refieres a los marcadores genéticos? — preguntó Alberto. — Sí. Permíteme contarte. Esta semana tuve dos casos para los que no estaba preparado. El hospital estableció un convenio con la Universidad pararealizar un estudio estadístico sobre la frecuencia de aparición de anormalidades genéticas en fetos y personas. A mi consultorio se presentó una paciente embarazada de 42 años, que accedió a someterse a uno de estos estudios para aplicarse en su bebé; el feto, tú sabes. — Antonio hizo una breve pausa y luego prosiguió—. Una empacadora está pidiendo este estudio junto con los de costumbre, a todos losque solicitan trabajo en ella y me llegó al consultorio una joven de 19 años que había solicitado empleo en esa empresa; sin pensarlo mucho, tomé una muestra y la envié al laboratorio universitario. — ¿Qué pasó entonces? - inquirió Alberto con notoria curiosidad. — Bien. Respecto al feto, encontraron evidencias de que probablemente ese niño, al alcanzar la adolescencia, desarrolle un cierto tipode demencia progresiva. — ¿Qué tan probable? — Según el reporte un 60 o 75% de probabilidad. — ¿Y luego, qué hay con la muchacha? — Nada agradable. Para su mala suerte, el reporte de ella no es alentador tampoco. Según los hallazgos, es también muy probable que dentro de 10 ó 15 años, desarrolle alguna forma distrófica que afectará severamente su capacidad motriz, un tipo de distrofia muscular, laprobabilidad es la misma que en el caso

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anterior. ¿Entiendes mi situación? — No del todo, a ver explícame. — Solicitó Alberto. Antonio inclinó el cuerpo hacia adelante sentándose en el filo del sillón apoyando los codos sobre sus rodillas y bajó el tono de su voz. — Hasta el momento no les he comunicado los resultados. La información la tengo yo y no sé si dárselas a conocer. ― Recuerda...