Por fin saldremos del sótano
Páginas: 3 (636 palabras)
Publicado: 24 de julio de 2014
¿POR FIN SALDREMOS DEL SÓTANO?
Por Jorge Ferney Cubides Antolínez
Magíster en Historia (UPTC)
Desde tiempos inmemoriales, las actividades relacionadas con el archivo de documentos se habíanasumido dentro de la estructura de las organizaciones como las menos importantes, y es evidente, porque todavía se vive en muchas de ellas, que también los funcionarios asignados a esta noble tareaeran menos importantes que los demás.
A lo largo y ancho de la geografía patria, la labor de archivero o archivista era asignada a las personas menos idóneas: las que ya estaban a punto depensionarse, las que como castigo eran mandadas allá o las que por sus condiciones de trato poco amable con el público eran “aisladas en beneficio propio, del público y de la organización”.
Del mismo modo,los espacios asignados al archivo siempre fueron los más recónditos rincones de las edificaciones, generalmente sótanos o cuartos que no cumplían (ni cumplen todavía) con las más elementalescondiciones estructurales, arquitectónicas, climáticas y, en general, de ambiente adecuado para la conservación de documentos. A la humedad, al exceso de frío o de calor, al riesgo de inundación, al exceso ocarencia de luz, a la falta de estantería o a la carencia total de espacio, se sumaba la existencia de plagas menores como ratones, arañas, cucarachas y todo tipo de hongos, que deteriorabanprincipalmente el papel, pero también otros medios, formatos y soportes.
Pues bien, para fortuna de quienes siempre vieron en el oficio de archivero o en la profesión de archivista una actividad merecedorade respeto, hace cinco años ya se promulgó la esperada “Ley General de Archivos” (Ley 594 de 2000), en la que se restituye la dignidad a los archivos y a sus responsables y se les da un papelpreponderante en la conservación de la memoria institucional e histórica de las organizaciones y de las comunidades que en torno a ella viven, sobre todo si esas organizaciones son estatales.
Si bien en...
Por Jorge Ferney Cubides Antolínez
Magíster en Historia (UPTC)
Desde tiempos inmemoriales, las actividades relacionadas con el archivo de documentos se habíanasumido dentro de la estructura de las organizaciones como las menos importantes, y es evidente, porque todavía se vive en muchas de ellas, que también los funcionarios asignados a esta noble tareaeran menos importantes que los demás.
A lo largo y ancho de la geografía patria, la labor de archivero o archivista era asignada a las personas menos idóneas: las que ya estaban a punto depensionarse, las que como castigo eran mandadas allá o las que por sus condiciones de trato poco amable con el público eran “aisladas en beneficio propio, del público y de la organización”.
Del mismo modo,los espacios asignados al archivo siempre fueron los más recónditos rincones de las edificaciones, generalmente sótanos o cuartos que no cumplían (ni cumplen todavía) con las más elementalescondiciones estructurales, arquitectónicas, climáticas y, en general, de ambiente adecuado para la conservación de documentos. A la humedad, al exceso de frío o de calor, al riesgo de inundación, al exceso ocarencia de luz, a la falta de estantería o a la carencia total de espacio, se sumaba la existencia de plagas menores como ratones, arañas, cucarachas y todo tipo de hongos, que deteriorabanprincipalmente el papel, pero también otros medios, formatos y soportes.
Pues bien, para fortuna de quienes siempre vieron en el oficio de archivero o en la profesión de archivista una actividad merecedorade respeto, hace cinco años ya se promulgó la esperada “Ley General de Archivos” (Ley 594 de 2000), en la que se restituye la dignidad a los archivos y a sus responsables y se les da un papelpreponderante en la conservación de la memoria institucional e histórica de las organizaciones y de las comunidades que en torno a ella viven, sobre todo si esas organizaciones son estatales.
Si bien en...
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