Por que de las cosas
Relatos austeros, incluso avaros en sintaxis, en recursos retóricos, hasta en las vocales de los nombres: los personajes se llaman Zgdt, Grmpf, Bst, Rdz. Inevitable no pensar en Llamadas telefónicas de Bolaño y su personajes: A, B, X, Y... Esa economía evoca las parábolas bíblicas o coránicas,siempre con una enseñanza latente al lado o debajo de la anécdota a veces anodina que cuentan. En “Vida matrimonial” una pareja se queda en un hotel de paso. Llevan ocho años de matrimonio. En la habitación de al lado sienten a otra pareja tirando. Hacen un chiste, se ríen, cada uno se voltea, apaga la luz y se echa a dormir. Él se ha calentado, pero no se decide a (ojo) pasarse a la cama de ella. Nosabe si tenga ganas y teme estrellarse. “Hace años no habría dudado. Habría sabido, justo antes de apagar la luz, si Bst tenía ganas [...] Pero ahora, con tantos años de telarañas encima, nada está claro. Zgdt se vuelve de lado y se masturba procurando no hacer ruido” (p. 18).
No hay esperanza para las parejas, los abismos son ridículos y son –quizá por eso mismo– insalvables. Aparecen con unaligera inclinación de cabeza, con un sí, con un no, con una caricia mal dirigida. Y no se piense que se asiste en estos relatos al lugar común de la lucha de poderes. Hombres y mujeres acá son las dos caras del mismo disco, sí, pero las dos son lados B. Y Monzó pone a sonar ambas caras.
Hasta una escaleta de telenovela encuentro esta colección, en el cuento “El ciclo menstrual”. Cada cuatro,cinco frases se va poniendo predecible, y justo en la siguiente aparece un punto de giro. Van apareciendo personajes de todas partes, en profusión para la media de los demás relatos: Grmpf y Piti, Xevi y Mari, Toni, Anni, Eric y Fiona. Una telenovela de año y medio en tres páginas. Y mire usted: al quitarle los ripios acostumbrados en los culebrones aparece el arte literario. Y las variaciones detextura no terminan con este cuento: a partir de la mitad del libro hacia delante los relatos van tornándose reflexivos, a ratos fantásticos incluso. Se hacen más extensos, pero sin perder la economía, la precisión.
Termino dándole la palabra a esta colección de cuentos. Primero con una frase que ni mi querido Keith Richards pudo haber dicho mejor: “Muy al contrario de lo que dicen (que elalcohol, su exceso, es el culpable de los males del hígado), es el hígado el culpable de los males del bebedor” (p. 104). Segundo, con un relato completo. Son tan buenos y tan breves que no me aguanto.
La fe
–Quizá es que no me quieres.
–Te quiero.
–¿Cómo lo sabes?
–No lo sé. Lo siento. Lo noto.
–¿Cómo puedes estar seguro de que lo que notas es que me quieres y no otra cosa?
–Tequiero porque eres diferente de todas las mujeres que he conocido en mi vida. Te quiero como nunca he querido a nadie, y como nunca podré querer. Te quiero más que a mí mismo. Por ti daría la vida, me dejaría despellejar vivo, permitiría que jugasen con mis ojos como si fuesen canicas. Que me tirasen a un mar de salfumán. Te quiero. Quiero cada pliegue de tu cuerpo. Me basta mirarte a los ojos para...
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