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Inmediatamentedespués, el Desastre de 1898 supuso un revulsivo conducente a la introspección y reflexión sobre sus causas, relacionándolas con el atraso relativo de España ante la modernidad, de forma paralela al concepto de naciones decadentes y naciones emergentes que se aplicaba en ese momento a Alemania frente a Inglaterra, Japón frente a Rusia o a Estados Unidos frente a España, muy al hilo de los argumentosa favor del imperialismo3 e incluso de las teorías de supremacía racial4 que en la época se consideraban «científicas», como la eugenesia o el darwinismo social.5
El debate es continuado por las generaciones de 1898 (Miguel de Unamuno En torno al casticismo, Del sentimiento trágico de la vida) y de 1914 (Ortega y Gasset Meditaciones del Quijote, España invertebrada, La rebelión de las masas,éste último con una vocación territorial más amplia, y que tuvo gran repercusión en Europa). El debate entre ambos, expresado en la disyuntiva europeizar España o españolizar Europa, tuvo como frase más divulgada el ¡que inventen ellos! de Unamuno, que Ortega consideraba desviación africanista del maestro y morabito salmantino.6
La identificación de lo español con lo castellano y la búsqueda en elpaisaje y paisanaje de Castilla de sus características esenciales por parte de autores provenientes de la periferia ha sido considerada como una característica principal de la Generación del 98 (Unamuno, Ramiro de Maeztu, Pío Baroja [vascos], Azorín [valenciano], Antonio Machado [andaluz] y, menos claramente, Valle Inclán [gallego]). No se ocultaban los rasgos negativos: el atraso, la ignorancia,la envidia, el cainismo, la brutalidad (La busca, La tierra de Alvar González, Divinas palabras). El esperpento valleinclanesco (Luces de Bohemia), el expresionismo pictórico de José Gutiérrez Solana o la galería de tipos españoles de Ignacio Zuloaga son sus ilustraciones escénica y visual.
Se ha indicado que algunos miembros de la generación del 98 tuvieron una evolución o trayectoria vital«de izquierda a derecha», partiendo de posiciones próximas al movimiento obrero y muy críticas con la visión tradicionalista de España, para acabar reconciliándose con ésta, sobre todo Ramiro de Maeztu y Azorín, y en cierto modo (más espiritual el primero y más escéptico el segundo) Miguel de Unamuno y Pío Baroja. Antonio Machado y Valle Inclán tuvieron una evolución contraria: de posiciones más«conservadoras» a otras más «progresistas». De eso dependió que unos u otros fueran reivindicados por la oposición al franquismo o por el pensamiento falangista y el nacionalcatolicismo de los primeros años de éste. En realidad, vivieron de forma trágica la separación de las Dos Españas, y todos ellos participaron de una manera o de otra en un cuestionarse por el Ser de España que no tenía una...
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