portada una
República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior
Universidad Nacional Abierta
Centro Local Anzoátegui
U. A. El Tigre
TRABAJO: PORTAFOLIO DEL CURSO INTRODUCTORIO
ASIGNATURA: CURSO INTRODUCTORIO
CÓDIGO: 000
NOMBRE Y APELLIDO: PEDRO PEREZ
CÉDULA DE INDENTIDAD: 00.000.000
CARRERA: INGENIERÍA INDUSTRIAL (280)
CENTROLOCAL: ANZOATEGUI (02)
UNIDAD DE APOYO: EL TIGRE (01)
LAPSO: 2012-1
TELÉFONO DE CONTACTO: 0424-555-5555
FIRMA DEL ESTUDIANTE
ASESORA:
LIC. BELKYS ESPAÑA
EL TIGRE, 01/12/2012
Elantris fue hermosa, en otro tiempo. La llamaban la ciudad de los dioses: un lugar de poder, esplendor y magia. Los visitantes dicen que las piedras mismas brillaban con unaluz interior, y que la ciudad contenía maravillosos portentos arcanos. De noche, Elantris resplandecía como un gran fuego plateado, visible incluso desde una gran distancia.
Sin embargo, por magnífica que fuera Elantris, sus habitantes lo eran todavía más. Con el pelo de un blanco esplendoroso, la piel casi de un plateado metálico, los elantrinos parecían refulgir como la ciudad misma. Según lasleyendas eran inmortales, o casi. Sus cuerpos sanaban rápidamente y estaban dotados de gran fuerza, sabiduría y velocidad. Podían hacer magia apenas agitando la mano; los hombres visitaban Elantris desde todo Opelon para ser objeto de curación, recibir alimento o conocimientos elantrinos. Los elantrinos eran divinidades.
Y cualquiera podía convertirse en una divinidad elantrina.
La Shaod, sellamaba. La Transformación. Golpeaba al azar, normalmente de noche, durante las misteriosas horas en que la vida se detenía para descansar. La Shaod podía tomar a un mendigo, un artesano, un noble o un guerrero. Cuando llegaba, la vida de la persona afortunada terminaba y recomenzaba; descartada su antigua existencia mundana, se marchaba a Elantris. A Elantris, donde podía vivir bendita, gobernarcon sabiduría y ser adorada por toda la eternidad.
La eternidad terminó hace diez años.
Primera parte
LA SOMBRA DE ELANTRIS
______ 1 ______
El príncipe Raoden de Arelon despertó temprano esa mañana, completamente ignorante de que había sido condenado para toda la eternidad. Todavía adormilado, Raoden se incorporó, parpadeando con la suave luz dela mañana. Por las ventanas abiertas de su balcón podía ver la enorme ciudad de Elantris en la distancia, sus murallas desnudas proyectando una profunda sombra sobre la ciudad más pequeña de Kae, donde vivía Raoden. Las murallas de Elantris eran increíblemente altas, pero Raoden distinguía las cimas de las negras torres alzándose tras ellas con los capiteles rotos, una muestra de la majestad caíday oculta tras aquellos muros.
La ciudad abandonada parecía más oscura que de costumbre. Raoden la contempló un instante, luego apartó la mirada. Resultaba imposible ignorar las enormes murallas elantrinas, pero la gente de Kae lo intentaba con todas sus fuerzas. Era doloroso recordar la belleza de la ciudad y preguntarse por qué hacía diez años la bendición de la Shaod se había convertido en unamaldición...
Raoden sacudió la cabeza y se levantó de la cama. Hacía un calor desacostumbrado para una hora tan temprana; no sintió ni siquiera un poco de fresco cuando se puso la túnica. Luego tiró del cordón que pendía junto a la cama para indicar a sus criados que quería el desayuno.
Otra cosa extraña, además: tenía hambre, mucha hambre. Sentía un apetito casi voraz. Nunca le habían gustadolos desayunos copiosos, pero esa mañana descubrió que ansiaba que llegara la comida. Finalmente, decidió enviar a alguien a ver por qué tardaba tanto.
--¿Ien? -llamó, en los aposentos a oscuras.
No hubo ninguna respuesta. Raoden frunció levemente el ceño. La ausencia de la seon le extrañó. ¿Dónde podría estar Ien?
Se levantó y, al hacerlo, sus ojos volvieron a posarse en Elantris. A la sombra...
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