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Páginas: 8 (1881 palabras) Publicado: 27 de septiembre de 2013
 ESCUELA SECUNDARIA TECNICA 2
“Francisco I. Madero”

Tema: Narrativa Latinoamericana
Asignatura: Español
Profesora: Angélica Minerva Hernández Armas
Alumno: Joel Rendón Bonilla2º “C”
Turno Vespertino
N. de Lista: 36
Ciclo Escolar
2013-2014


José Esteban Antonio Echeverría Espinosa (Buenos Aires, Virreinato del Río de la Plata, 2 deseptiembre de 1805 - Montevideo, Uruguay, 19 de enero de 1851) fue un escritor y poeta argentino, que introdujo el romanticismo en su país. Perteneciente a la denominada Generación del 37, es autor de obras como Dogma Socialista, La cautiva y El matadero, entre otras.

Biografía de Esteban Echeverria
Era hijo de la porteña doña Martina Espinosa y del español vizcaíno José Domingo Echeverría.
A temprana edad perdió a su padrey fue iniciado en sus primeras letras por su madre, comenzando sus estudios primarios en la escuela de San Telmo. En su adolescencia quedó también huérfano de su madre, quien falleció en 1822. Desamparado, comenzó una azarosa vida adolescente, se enamoró de doña Calegari, pero esa relación agravó ciertos problemas cardíacos que lo aquejaban, lo que con el tiempo lo obligaría a cambiar de vida.Ingresó en el recientemente creado Departamento de Estudios Preparatorios de la Universidad de Buenos Aires y en la Escuela de Dibujo San Pedro Fagundo de la misma, a la vez que, en 1823, comenzó a trabajar como dependiente en el comercio de los hermanos Lezica, que ya por entonces tenía representación en países de Europa y América.
Estudios en Francia
A los veinte años, resolvió completar sueducación en Europa. Partió desde Buenos Aires el 17 de octubre de 1825 a bordo de «La Joven Matilde» llegando al puerto de El Havre, Francia. Años más tarde, en El ángel caído, un poema donde muestra influencias deLord Byron y José de Espronceda, Echeverría deja testimonio de esa accidentada travesía.


Nos han dado la tierra
Juan Rulfo
Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni unasombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.
Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y sesaborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.
Hemos venido caminando desde el amanecer. Ahorita son algo así como las cuatro de la tarde. Alguien se asoma al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:

-Son como las cuatro de la tarde.
Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Estebany yo. Somos cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos atrás. Miro más atrás y no veo a nadie. Entonces me digo: "Somos cuatro". Hace rato, como a eso de las once, éramos veintitantos, pero puñito a puñito se han ido desperdigando hasta quedar nada más que este nudo que somos nosotros.
Faustino dice:

-Puede que llueva.
Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasapor encima de nuestras cabezas. Y pensamos: "Puede que sí".
No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero aquí cuesta trabajo. Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le resecan a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello. Aquí...
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