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15.15 horas del miércoles 13 de noviembre. El viento azota con dureza todo el norte del país. El Prestige, un petrolero más largo que dos campos de fútbol y cargado con 76.972,95 toneladas de fuel oil del tipo M-100, una parte cargada en San Petesburgo (Rusia) y otra en Venspils (Letonia), se encuentra en apuros. Las dos alarmas del barco se han puesto en funcionamiento. Sucapitán, Apostolos Mangouras, un viejo lobo de mar con 67 años de edad y más de 44 de navegación, llama enseguida a su segundo oficial, un marino filipino de 48 años llamado Benjamín Castro. Le ordena que pulse un botón situado en la consola del puente de mando. Es un botón que los marineros más supersticiosos siempre miran de reojo y que emite una señal por satélite GMDSS (Global Maritime DistressSystem Service). La alarma ofrece además de forma automática el nombredel barco y su posición: "Prestige, latitud 42º 54'N longitud 009º 54'W. SOS. Peligro No Definido".
Dos minutos después, el Centro de Salvamento de Finisterre establece contacto con el Prestige y escucha entrecortadamente un mensaje: "Mayday, Mayday". Se pone en marcha el dispositivo de auxilio. A las 15.22 se emite un código rojoal helicóptero Helimer Galicia, de la Xunta. Un minuto antes, las autoridades marítimas de Finisterre llaman al 112 de emergencias para movilizar al helicóptero Pesca 1.
Salvamento de Finisterre consigue comunicar con el Prestige, que solicita la evacuación de su tripulación porque el buque está muy escorado y tiene riesgo de hundimiento. Se localiza al Ría de Vigo, un remolcador contratado porel Estado para tareas de salvamento, y se le ordena que "proceda a posición de siniestro". Los helicópteros rescatan a todos los tripulantes, con excepción de tres - el capitán, su primer oficial (Maloto) y el jefe de máquinas (Argyropoulaos)-, que no tienen intención de abandonar el buque.
Las noticias van llegando de forma rutinaria a la delegación de Gobierno. De ahí a la Xunta y alMinisterio de Fomento, en concreto al despacho del director general de la Marina Mercante, José Luis López Sors, que se lo comunica a su ministro, Francisco Álvarez-Cascos. La alarma también llega a Federico Trillo, ministro de Defensa. Se enteran de que hay un petrolero escorado, que su tripulación está siendo evacuada; que hay mal Tiempo. La primera impresión no incluye la alarma. Puede tratarse de unaoperación de salvamento como tantas otras en el tenebroso mar gallego. Nadie menciona las palabras marea negra.
Han pasado tres horas y 15 minutos desde la señal de socorro. El remolcador Ría de Vigo llega a la posición del Prestige. Durante ese tiempo, el dispositivo de auxilio ha funcionado conforme a los protocolos. Se ha movilizado también a otros remolcadores que van en camino: el IbaizábalI, el Remolcagure Bat, el Alonso de Chaves y el Charuca Silveira.
La señal de alarma no sólo llega a las 15.15 al Centro de Salvamento de Finisterre. Desde allí, alguien también llama a un teléfono de un despacho de A Coruña. El interés económico entra en juego. No hay que olvidar que un petrolero en alta mar con casi 77.000 toneladas de carga a bordo es un cheque de 180 millones de euros (30.000millones de pesetas) si se suman el valor del buque y el de la carga. Si sufre un accidente en el mar y alguien lo rescata, el salvador opta a una recompensa multimillonaria. Así son las leyes del mar. De pronto empiezan a sonar los teléfonos en muchos lugares del mundo: de A Coruña a Londres, de Londres a Atenas, de A Coruña a Rotterdam, de Londres a Ginebra, de Ginebra a Bilbao, de El Pireo a ACoruña. Despachos de abogados, empresas intermediarias, corresponsales, aseguradoras... Se cruzan palabras, faxes, correos electrónicos. Se van fijando los términos de cada oferta por remolcar el barco. El mundo de los negocios es mucho más rápido que el de la administración española, que tarda seis horas en contactar con el armador.
En alta mar, las olas siguen siendo de ocho metros, pero...
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