preludio

¿Y ser pobre? ¿No es esa la penalidad que impone la sociedad para la rebeldía? ¿Entonces porque no aceptarla de antemano? ¿Por qué no convertir la injusticia en afirmación? Nótese la diferencia consalirse del mundo. Como dijo el General: "el hombre es hermano del hombre, quiera o no quiera", no se puede escapar a la dependencia de la sociedad. Dejaríamos de ser hombres. Sin embargo haydiferentes formas de fraternidad. Está el dueño, el que sólo tiene su pellejo para vender y quizás esté el que ni una moneda conseguiría por su contestataria piel sin disfraz. Este último, lejos de estar libredel grillete del dinero, vive de las sobras de la riqueza social. Nada le reconoce la ley del valor. Es un ser improductivo cuya existencia parodia al capitalista, quien, como él, hecha mano delcúmulo de mercancías sin otorgar nada a cambio. No sólo es el incluido-como-excluido, es el incluido-como-autoexcluido. Es el que no sólo vive en el margen del consumo sino en el margen de la promesa delparaíso. No se confunda con quien no tiene anhelos de dignidad, con quien se conforma con la redención mental que otorgan las publicidades y la farándula que anestesian la esclavitud del cuerpo. No seconfunda con quien abraza la salvación otorgada hace 2000 años, ni con el asceta que agradece su miseria. Este mendigo está siempre dispuesto al mangazo, a la cristiana caridad y a las cosas que "yano tengo espacio para guardar". Este caradura sólo ofrece a cambio un pasaje. Un pasaje en el tren de sus sueños más radicales, de su envidiada libertad, de sus siempre colectivos-por-eso-caóticosproyectos, de su cotidianeidad totalizante, cambiante, trashumante. Sólo ofrece su convicción, su arrogante actitud capaz de rechazar una limosna, su complejo de súper héroe de TV, su terquedad de no darun paso atrás. Su desapego, su pasión, sus pecaminosos goces. Su dignidad arrancada al imaginario social, su dignidad autoafirmada. Su intrépido grito de negación preñada. Este el imbécil que...