Preparación de Soluciones Buffer a pH Determinados
Los índices estadísticos publicados con puntual regularidad desde antes de laúltima guerra hasta hace unos quince años, que conferían al cine el status de diversión favorita de los jóvenes, al lado de otras formas de esparcimiento, incurrían en una falacia. No se trataba de unpasatiempo cualquiera. Cada matinée dominical estaba entre lo más importante y decisivo de lo que a muchos “les ocurrió” en esa etapa de la vida. A través de las imágenes no sólo se enteraron de laexistencia de mundos exóticos, reales o fabricados con cartón, pintura y plástico. Gracias a ellas –lo que es más importante– frecuentaron por primera vez los “caminos despejados o sinuosos que corren entreel bien y el mal, entre el cielo y la tierra, entre la certidumbre y la duda, y en general por todos aquellos senderos que hacen que la vida sea vida y no puro espectáculo”.
Como instancia deiniciación, el cine estaba desde luego muy lejos de ser la más noble. Cualquiera que haya vivido en una sala de barrio etapas importantes de su proceso de madurez personal lo sabe mejor que nadie. En verdadno hay punto de comparación entre desarrollarse –por una parte– aspirando las vulgaridades de Hollywood, las hazañas de Tarzán o los despropósitos de Laurel y Hardy, o, por la inversa, crecer bajo elamparo de una cultura más refinada, animada por ejemplo en la percepción pictórica de la Florencia renacentista o en la exigente lectura de los clásicos durante la Inglaterra victoriana.
Pero no...
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