Presbiterorum ordenis
15. Entre las virtudes principalmente requeridas en el ministerio de los presbíteros hay que contar aquella disposición de alma por la que están siempre preparados a buscar no su voluntad, sino la voluntad de quien los envió. Porque la obra divina, para cuya realización separó el Espíritu Santo, trasciende todas las fuerzas humanas y la sabiduría de los hombres, pues "Dioseligió la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes" (1 Cor., 1,27). Conociendo, pues, su propia debilidad, el verdadero ministro de Cristo trabaja con humildad, buscando lo que es grato a Dios, y como encadenado por el Espíritu es llevado en todo por la voluntad de quien desea que todos los hombres se salven; voluntad que puede descubrir y cumplir en las circunstancias diarias, sirviendohumildemente a todos los que Dios le ha confiado, en el ministerio que se le ha entregado y en los múltiples acontecimientos de su vida.
Pero como el ministerio sacerdotal es el ministerio de la misma Iglesia, no puede efectuarse más que en la comunión jerárquica de todo el cuerpo. La caridad pastoral urge, pues, a los presbíteros que, actuando en esta comunión, consagren su voluntad propia por laobediencia al servicio de Dios y de los hermanos, recibiendo con espíritu de fe y cumpliendo los preceptos y recomendaciones emanadas del Sumo Pontífice, del propio Obispo y de los otros superiores; gastándose y desgastándose en cualquier servicio que se les haya confiado, por humilde que sea.
De esta forma, guardan y reafirman la necesaria unidad con los hermanos en el ministerio, y sobre todo conlos que el Señor constituyó en rectores visibles de su Iglesia, y obran para la edificación del Cuerpo de Cristo que crece "por todos los ligamentos que lo nutren". Esta obediencia, que conduce a la libertad más madura de los hijos de Dios, exige por su naturaleza que, mientras movidos por la caridad, los presbíteros, en el cumplimiento de su cargo, investigan prudentemente nuevos caminos paramayor bien de la Iglesia, propongan confiadamente sus proyectos y expongan insistentemente las necesidades del rebaño a ellos confiado, dispuestos siempre a acatar el juicio de quienes desempeñan la función principal en el régimen de la Iglesia de Dios.
Los presbíteros, con esta humildad y esta obediencia responsable y voluntaria, se asemejan a Cristo, sintiendo en sí lo que en Cristo Jesús, que"se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo... hecho obediente hasta la muerte" (Fil., 2,7-9). Y con esta obediencia, venció y reparó la desobediencia de Adán, como atestigua el Apóstol : "Por la desobediencia de un hombre, muchos fueron pecadores; así también por la obediencia de uno, muchos serán hechos justos" (Rom., 5,19).
Hay de abrazar el celibato y apreciarlo como una gracia
16. Laperfecta y perpetua continencia por el reino de los cielos, recomendada por Cristo Señor, aceptada con gusto y observada laudablemente en el decurso de los siglos e incluso en nuestros días por no pocos fieles cristianos, siempre ha sido tenida en grande aprecio por la Iglesia, especialmente para la vida sacerdotal. Porque es al mismo tiempo signo y estímulo de la caridad pastoral y fuente peculiarde la fecundidad espiritual en el mundo. No es exigida, ciertamente, por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva y por la tradición de las Iglesias orientales, en donde además de aquellos que con todos los OBispos eligen el celibato como un don de la gracia, hay también presbíteros beneméritos casados; pero al tiempo que recomienda el celibatoeclesiástico, este Santo COncilio no intenta en modo alguno cambiar la distinta disciplina que rige, legítimamente en las Iglesias orientales, y exhorta amabilísimamente a todos los que, perseverando en la santa vocación, sigan consagrando su vida plena y generosamente a la grey que se les ha confiado.
Pero el celibato tiene mucha conformidad con el sacerdocio. Porque toda la misión sacerdotal se...
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