Prevención de violencia

Prevenir la violencia
En el ámbito familiar y en el aula, los hechos violentos podrían evitarse. Según el autor de esta nota, los adultos deben asumir el compromiso de trabajar complementariamente en esos dos ámbitos para generar y tener confianza en los sujetos “en construcción”

Nos hemos acostumbrado, hemos naturalizado episodios de violencia extrema y extraordinaria. Hemos dejado dehorrorizarnos, hemos dejado de escandalizarnos, en el buen sentido del término.
¿Por qué nos sorprende, entonces, que aparezcan niños o adolescentes implicados en hechos violentos, si con frecuencia, nosotros, los adultos, legitimamos y justificamos distintas violencias?
¿Nos preguntamos acaso por la responsabilidad que nos cabe a cada uno de nosotros en tales hechos? ¿Estamos atentos a las formasque el cuidado del otro puede y debe asumir en el hogar y en la escuela? No todas las violencias son espectaculares; no todas incluyen riesgo de vida. A diario, somos víctimas y victimarios de una cantidad de pequeños crímenes.

La palabra "crimen" significa, entre otras cosas, matar, herir. Cotidianamente no matamos, pero herimos; no matamos, pero causamos grandes daños.
La violencia abarcadesde la mirada hasta la puñalada, y a veces consiste en no mirar o en mirar sin ver; sin ver al hijo, sin ver al alumno, o mirarlo sin reconocerlo porque no responde al ideal que esperamos de él, porque no es como el adolescente que fuimos; mirarlo sin conocerlo porque no sabemos qué piensa, qué siente, qué lo motiva.
También a veces miramos sin ver que esos niños y adolescentes son ellos y suscircunstancias. ¡Y qué circunstancias les han tocado!

La adolescencia, campo de problemáticas individuales y sociales, es un gran dolor de cabeza para el adolescente, al que le pasa de todo en un contexto en el que pasa de todo. El asiste asombrado a sus cambios en un mundo que los adultos presentamos como muy poco atractivo, un mundo del que valdría la pena bajarse si fuera posible. Y algunosadolescentes se bajan del mundo, se salen de él.

Así, la violencia aparece como la expresión de lo que no puede ser tramitado con la palabra, el trabajo o la creatividad, en una realidad enormemente compleja e injusta. Debemos preocuparnos por la creación de condiciones que aseguren a niños y adolescentes un tránsito donde sus expectativas, inquietudes e incertidumbres se tramiten a través deun repertorio de recursos, entre los cuales la violencia sea el último.
Histórica, cronológica y lógicamente la familia está primero, la escuela viene después y con objetivos distintos de los de aquélla, así que deberíamos construir un continuo entre ambas. La familia sola ya no puede, y la escuela tampoco puede sin acompañamiento.
¿Cómo estar atentos, sin que esa atención impliquedesconfianza? ¿Cómo empezar a escuchar o escuchar mejor lo que encierran las palabras y las conductas de los chicos y no tan chicos? ¿Cómo ser cuidadores cuidadosos de ellos, sin que esto se transforme en una vigilancia disfrazada?

Pensemos en las conversaciones, en los intercambios que sostenemos con ellos, y en qué grado de reconocimiento hay en ellos. Este reconocimiento es fundamental (todosnecesitamos ser reconocidos) y operará de diferente forma en la familia y en la escuela.
Mientras que en la familia tendrá que ver, desde una lógica afectiva, con hacer un lugar al niño o al adolescente, en sus expectativas, sus deseos y, por qué no, en sus sueños, en la escuela se relacionará con el reconocimiento de su singularidad desde la lógica del aprender, con sus tiempos y sus estilos.

Almismo tiempo, la familia y la escuela deberán operar como constructoras de sentido para aquel que por razones obvias no puede construirlo solo.
Si en la primera el sentido surgirá del placer de la vida cotidiana y de la contención amorosa, en la escuela el sentido estará fuertemente vinculado con el conocimiento, con su transmisión, con su construcción.

La escuela y la familia deben operar...