Primer Impulso Batllista

IMPULSO Y FRENO DEL REFORMISMO: ÀNALISIS DE LA COYUNTURA 1911-1916

Las ya aludidas dificultades de fin del siglo ofrecen al observador de la historia
uruguaya la oportunidad de registrar el mapa de continuidades y rupturas entre las que nació
el reformismo batllista. Entre sus múltiples «funciones», la crisis del 90 operó como un gran
espacio de interpelación al sistema político. A partir deun conjunto de nuevas valoraciones
acerca del país en términos de «su destino», luego del 90 se replantearon con agudeza temas
como el de la legitimidad política- el de la consiguiente ampliación de la ciudadanía, el de la
necesidad de nuevos actores políticos. La crisis ambientó una introspección osada que se
tradujo incluso en «modelos» de desarrollo que recorrieron un amplio espectro deposibilidades. Tal osadía -cabe agregar- tenía seguramente alguna relación con la identidad de
quienes la emprendían, pues provino de aquellos que mostraban mucha más vinculación con
la política profesional y menos con la estructura productiva.

Lo relevante en una mirada de larga duración es que las novedades reformistas no
requirieron de nuevos marcos partidarios para dar curso a suinfluencia y para ambientar la
convicción de que el Uruguay asistía a una crisis de tipo nacional, que clamaba por proyectos
también nacionales. Todo el empeño -y las resistencias que despertó- se procesó dentro de
los partidos existentes y dio origen a tendencias que el tiempo no tardaría en consolidar. En
otras palabras, los viejos partidos uruguayos alojaron la interpelación de una sociedad encrisis, y en parte por ello lograron trascender a la crisis misma y «cruzar el Rubicón» de la
modernización.

Este fenómeno cobra también su relevancia en una mirada comparativa. Por ejemplo,
puede afirmarse que las mayores distancias que en la Argentina separaban el Estado de la
sociedad y evidenciaban la existencia de un orden oligárquico cuya frontera de exclusión era
bien firme, hicieronque el ciclo de crítica al orden político vigente se iniciara en aquel país con
una revolución que fue promovida por un movimiento -más que por un partido- situado fuera
del sistema político. Fue aquel radicalismo movimientista el que llevó al gobierno a Hipólito
Yrigoyen, con un fuerte apoyo popular. En el Uruguay, en cambio, el actor político que recogió
los desafíos de la crisis --en unsentido reformista- fue el batllismo, mucho más un partido (en
tanto miembro de una tradición consolidada) que un movimiento, alojado adentro del sistema
y estrechamente -vinculado al Estado.

Como lo han indagado en profundidad Barrán y Nahum, El batllismo nació en el
Estado, dueño a esa altura de una incontrastable fuerza militar confirmada en 1904 y agente
de una práctica interventora en loeconómico y social. Nació también en un partido de larga
tradición, una de cuyas piezas claves era el ejercicio mismo del gobierno (desde hacía cuatro
décadas), que a su vez lo había identificado con el Estado, su burocracia y el grupo de políticos
que había hecho de la actividad política su profesión.

Esta compleja trama política y social que favoreció la instalación del batllismo yproyectó las notables habilidades de su conductor, enfrentaba sin embargo ese «modelo» al desafío de una riesgosa contradicción: al tiempo que, en tanto reformismo, aspiraba a desatar y conducir transformaciones sociales, pugnaba por preservar el esquema político e
institucional que le había facilitado el acceso al poder y le podría asegurar su reproducción.

Los datos de la economía y de la sociedaduruguaya del 900 permiten imaginar un
marco relativamente favorable a la experiencia reformista. Vivía el país en medio de una
“prosperidad frágil” que suponía no solo una forma de relación con el mundo capitalista sino
sobre todo una holgura que, si bien no quedó exenta de periódicas crisis - en 1913, en la
primera posguerra, en 1929-, permitió disimular la impotencia para incidir en el...