primeros 4 cap de el principe de maquiavelo
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gobernación de los príncipes y aspirar a darles reglas. Los pintores que
van a dibujar un paisaje deben estar en las montañas, para que los
valles se descubran a sus miradas de un modo claro, distinto, completo
y perfecto. Pero también ocurre que únicamente desde el fondo de los
valles pueden ver las montañas bien y en toda su extensión. En la
políticasucede algo semejante. Si, para conocer la naturalez a de las
naciones, se requiere ser príncipe, para conocer la de los principados
conviene vivir entre el pueblo. Reciba, pues, Vuestra Magnificencia mi
modesta dádiva con la misma intención con que yo os la ofrez co. Si os
dignáis leer esta producción y meditarla con cuidado reconoceréis en
ella el propósito de veros llegar a aquellaelevación que vuestro destino
y vuestras eminentes dotes os permiten. Y si después os dignáis, desde
la altura majestuosa en que os h alláis colocado, bajar vuestros ojos a la
h umillación en que me encuentro, comprenderéis toda la injusticia de
los rigores extremados que la malignidad de la fortuna me h ace
experimentar sin interrupción.
CAPÍTULO I
DE LAS VARIAS CLASES DE PRINCIPADOS Y DEL
M ODODE ADQUIRIRLOS
Cuantos Estados y cuantas dominaciones ejercieron y ejercen todavía
una autoridad soberana sobre los hombres, fueron y son principados o
repúblicas. Los principados se dividen en hereditarios y nuevos. Los
hereditarios, en quien los disfruta, provienen de su familia, que por
mucho tiempo los poseyó. Los nuevos se adquieren de dos modos: o
surgen como tales en un todo, como elde Milán para Francisco Sforcia,
que, generalísimo primero de los ejércitos de la república milanesa, fue
proclamado más tarde príncipe y duque de los dominios milaneses; o
aparecen como miembros añadidos al Estado ya hereditario del príncipe
que los adquiere, y tal es el reino de Nápoles para el monarca de España,
el cual lo conserva desde el año 1442, en que Alfonso V, rey de Aragón, sehizo proclamar rey de aquel país. Estos Estados nuevos ofrecen a su vez
una subdivisión, porque: o están habituados a vivir bajo un príncipe, o
están habituados a ser libres; o el príncipe que los adquirió lo hizo con
armas ajenas, o lo hizo con las suyas propias; o se los proporcionó la
suerte, o se los proporcionó su valor.
CAPÍTULO II
DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS
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Pasaré aquí en silencio las repúblicas, a causa de que he discurrido ya
largamente sobre ellas en mis discursos acerca de la primera década de
Tito Livio, y no dirigiré mi atención más que sobre el principado. Y,
refiriéndome a las distinciones que acabo de establecer, yexaminando la
manera con que es posible gobernar y conservar los principados,
empezaré por decir que en los Estados hereditarios, que están
acostumbrados a ver reinar la familia de su príncipe, hay menos
dificultad en conservarlos que cuando son nuevos. El príncipe entonces
no necesita más que no traspasar el orden seguido por sus mayores, y
contemporizar con los acontecimientos, después de lo cualle basta usar
de la más socorrida industria, para conservarse siempre a menos que
surja una fuerza extraordinaria y llevada al exceso, que venga a privarle
de su Estado. Pero, aun perdiéndolo, lo recuperará, si se lo propone, por
muy poderoso y hábil que sea el usurpador que se haya apoderado de él.
Ejemplo de ello nos ofreció, en Italia, el duque de Ferrara, a quien no
pudieron arruinar losataques de los venecianos, en 1484, ni los del papa
Julio, en 1510, por motivo único de que su familia se hallaba establecida
en aquella soberanía, de padres a hijos, hacía ya mucho tiempo. Y es que
el príncipe, por no tener causas ni necesidades de ofender a sus
gobernados, es amado natural y razonablemente por éstos, a menos de
poseer vicios irritantes que le tornen aborrecible. La...
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