Privatizacion Bancaria Fracasada
Ex Secretario de Hacienda.
Sin duda, el retroceso del autoritarismo mexicano, la alternancia en el poder y el fortalecimiento de los partidos políticos, han ensanchado los márgenes de la crítica pública. Sin embargo, subsisten trabas en la esfera económica que se explican por la intensidad del juego de los intereses creadosy la avalancha ideológica que ensalza la eficiencia y la capacidad autorregulatoria de los mercados, mientras ven en el Estado el origen de todos los males.
Sin embargo, como lo ha dicho Francisco Suárez, Estado y mercado, como instituciones humanas, son falibles, cometen errores sobre todo cuando no conjugan fuerzas, cuando tomanprestadas soluciones a los problemas nacionales, cuando dan la espalda a la población.
Ha llegado la hora de liberarnos del complejo de colonia que lleva invariablemente a valorar las ideas importadas por encima de las propias, a veces sin razón suficiente o en contra de los verdaderos intereses del país.
Suárez Dávila censura lanacionalización de la banca porque abrió en lo interno brechas políticas enormes entre empresarios y gobierno y, en lo externo, entre las estrategias nacionales y los imperativos de la libertad sin fronteras de la globalización. Pero con igual rigor critica la “leyenda negra” sobre el manejo de los bancos nacionalizados cuando a ello se atribuye falsamente elcolapso posterior del sistema bancario. Para Suárez Dávila, la historia es otra. La banca gubernamental sobrellevó con donaire la crisis de 1982, sin mayor costo fiscal, sin dejar sin servicios a la planta productiva nacional, sin causar la debacle sistémica de las instituciones financieras, como sí ocurrió en 1995.
La desincorporaciónbancaria siguió con fidelidad las reformas estructurales prescritas por los paradigmas económicos foráneos. Caminó junto con la reforma desregulatoria interna y externa del sector financiero hasta derruir, sin reemplazar con acierto, el sistema anterior de financiamiento al desarrollo. Pronto, de la represión financiera —que inducía yorientaba el encaje legal— se pasó transitoriamente al libertinaje financiero, cuando en dos años (1992-1994) las instituciones reprivatizadas y las nuevas concesiones bancarias otorgadas a diestra y siniestra casi duplicaron de golpe el crédito al sector privado, hasta hacerlo incontrolable.
La reprivatización de la banca, observa elautor, fue realizada con el más depurado cuidado jurídico. No opina lo mismo del aspecto económico. En aras de construir competencia se multiplicaron las licencias para nuevos bancos, casi todos pequeños, sin experiencia o capacidades profesionales. Las subastas para la venta de las instituciones tuvieron como principio rector el precioo el sobreprecio, no la calidad técnica de los adquirentes. La euforia crediticia de la desregulación rebasó a los sistemas de supervisión y control; se permitieron violaciones a los requisitos de capitalización, así como autopréstamos a los accionistas y el ascenso inmoderado de las carteras vencidas.
A los hechosmicroeconómicos reseñados se sumaron desajustes macroeconómicos crecientes que no se enmendaron a tiempo. La creencia de que con finanzas públicas equilibradas e inflación a la baja no había motivo mayor de preocupación, resultó falsa. Se siguió abusando del tipo de cambio como ancla de los precios; el déficit de la balanza de pagos llegó al 9% del...
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